"¿Eres libre ahora?"
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"Eso no es tan difícil como piensas, quiero decir, sólo entrénalo". Dijo Slade mientras seguía con aquella expresión risueña: "Dale un poco de dolor y luego un poco de dulzura y todo se volverá más fácil".
Desde luego Slade se expresaría así, como si no hubiera hecho lo mismo con los niños del coro de la iglesia. Las imágenes del pasado seguían recorriendo su mente vívidamente, como un mar en ebullición, y Herstal se preguntó si se estaba cabreando tanto que Albariño podía verlo... de todos modos, Albariño miró en su dirección varias veces, con un atisbo de confusión extremadamente real pasando por sus ojos.
Con todo, dado que Albariño se dio cuenta de que Herstal estaba de mal humor, tuvo el buen tino de salir hábilmente de las manos deshonestas de los hombres de Slade la próxima vez que alguien llamó al camarero para ayudarlos a lidiar con asuntos triviales. Con una sonrisa un poco apologética, los dejó atrás y se fue apresuradamente.
Albariño se marchó aun interpretando su papel, y Herstal sólo pudo entablar unas cuantas palabras obsoletas con Slade antes de que el otro hombre tomara la iniciativa de despedirse, como si tuviera otro invitado de visita en su mansión.
Herstal se sorprendió al comprobar que la presencia del otro hombre podía darle la ilusión de estar atrapado bajo el agua, y sólo cuando desapareció en lo más profundo de la multitud tomó su primera bocanada de aire de la noche. Estuvo en ese tipo de respuesta al estrés de "lucha o huida" todo el tiempo, y la fantasía roja como la sangre de clavar un cuchillo en el globo ocular de su oponente seguía dando vueltas en su mente.
Herstal se detuvo y respiró hondo, su dolor de cabeza lo distrajo tanto que tuvo que tomar una copa de champán de un camarero que pasaba por ahí. El alcohol no era ciertamente el remedio adecuado para una migraña, pero era mejor que nada, y no había necesidad de preocuparse de las consecuencias por el momento.
Albariño ya se había mezclado en las profundidades de la multitud, y ahora no se le podía encontrar ni la sombra. El estómago de Herstal aún se revolvía con desagrado y se dio cuenta de que más le valía no volver a encontrarse con Slade, o de lo contrario, inevitablemente vomitaría delante de él llegado el momento. En este instante, su mente estaba muy confundida, y no pudo evitar pensar en la relación entre Albariño y la repentina aparición de Slade, lo que apuntaba a una muy mala sospecha, pero por desgracia Herstal no tenía control sobre lo que pasaba exactamente por su propia mente aturdida.
Sin embargo, todavía tenía que actuar, o de lo contrario no tendría sentido el haber hecho tanto esfuerzo. Herstal se armó de valor y se paseó con cautela por el lugar, observando a los hombres que buscaban diversión entre los jóvenes y las drogas. Las personas en este club compartían los mismos secretos, y Herstal tenía que encontrar una manera de sonsacarlos.
—Pero no vio a ningún niño entre la multitud.
Y aunque no encontró a ningún niño, a estas alturas algunos de los asistentes de la fiesta ya estaban 'jugando' a lo lejos, con ocasionales gemidos pegajosos procedentes de lo más profundo de la multitud. Herstal pudo vislumbrar a algunos hombres y mujeres enredados en el largo sofá, con la piel blanca y deslumbrante bajo la luz. Pero rápidamente se volteó, no quería saber lo que esos tipos estaban haciendo.
Fue en ese momento que una mano suave se posó sobre su hombro.
"¿Es tu primera vez aquí..." Una suave voz femenina le preguntó cerca de su oído: "guapo?".
Herstal seguía teniendo un fuerte impulso cuando la persona apareció detrás de él: el impulso de clavar el cuchillo que guardaba en el bolsillo de su abrigo entre las costillas de alguien. Pero Herstal se contuvo, se dio la vuelta y vio un pequeño escenario de striptease instalado no muy lejos, en el que dos chicas estaban bailando, arrojando su ropa interior a la multitud que se revolvía debajo. Herstal estaba bastante seguro de que era definitivamente contra la ley realizar este nivel de desnudez incluso en esta situación, y la mujer que estaba detrás de él aparentemente acababa de bajar de ese escenario, pues su piel aún brillaba por el sudor, y su cabello estaba tan voluminoso como algas marinas.
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Vino y armas
Mystery / Thriller"Las cosas en el mundo son así: la prosperidad siempre va acompañada del pecado, y cuanto más depravado es uno, más puede vivir lo que el mundo llama una vida feliz." -Marqués de Sade Albariño es un médico forense del Departamento de Medicina Forens...