La belleza gana 02

65 16 2
                                    

La belleza no es otra cosa que el comienzo de lo terrible en un grado que todavía podemos soportar.

---------

Una luz clara se precipitó desde el interior de la puerta.

Herstal caminó por el suelo de piedra de la iglesia. El edificio al lado de la cúpula era tan alto y silencioso que cada pisada producía un sonido estridente y nítido. La mirada de Herstal se posó en algo que había en el centro de la iglesia; la cual era, en efecto, más grande de lo que había imaginado en un principio: una serie de maderos cubiertos de flores que se erguían en silencio en el centro del crucero, con forma de barco abstracto.

Herstal pensó, como habían dicho al principio los perfiladores del WLPD, que al jardinero dominical le encantaba las escenas relacionadas con el agua.

No se trataba de un barco completo, sino de la forma garabateada de una barca de madera que se hundía lentamente en una corriente invisible. El suelo alrededor de la barca estaba cubierto de una masa de pétalos azules arrancados, tal vez hortensias o margaritas, apilados como un mar azul tumultuoso, con pequeños racimos de espíreas blancas salpicados entre ellos como espuma en la parte superior de las olas.

La 'proa' de la barca se hundía en el río inexistente y en los pétalos azules rotos, casi plana contra el suelo frente a la entrada principal de la iglesia, mientras que la popa se veía puntiaguda y elevada como la mayoría de las barcas que están a punto de zozobrar y pierden el equilibrio, apuntando en dirección al crucifijo y a la escultura del altar de la iglesia. La Virgen María sobre el altar, sostenía a su único hijo muerto, quien miraba con rostro compasivo y frío como la piedra a la barca a punto de hundirse.

El barco estaba amontonado con los cuerpos desnudos de varias personas, de formas más o menos borrosas, y Herstal pudo distinguir, con un rápido vistazo, que se trataba de unas seis personas en total. Los miembros estaban retorcidos y enredados entre sí, la piel lucia pálida por la tardía ausencia de luz solar, las extremidades moteadas de magulladura por los miembros rotos expuestos directamente en cortes transversales ensangrentados. Todas las heridas habían dejado de sangrar, pero las partes de ellas expuestas al aire frío seguían teniendo un aspecto espantoso.

La postura de los cuerpos, tan delgados que la piel se pegaba a las costillas definiéndolas, presentaban una dinámica vívida: los hombres estaban alineados en línea vertical en el eje central de la iglesia. Los que estaban cerca de la entrada principal de la iglesia estaban en su mayoría tendidos indefensos en el fondo de la barca, tumbados o sentados, simbolizando aparentemente a los muertos y moribundos (pero no estaban muertos, Herstal podía ver sus pechos agitados y sus ojos muy abiertos y asustados); mientras los pocos que estaban más cerca del altar, arrodillados o de pie, extendían las manos todo lo que podían en dirección a la cruz de Cristo, como si intentaran sujetar algo con ellas.

Estaba claro que no estaban en esa posición por voluntad propia. Herstal podía ver cuerdas de piano atadas a su piel en las articulaciones, y debía de haber más tirantes para mantener anclados a los hombres en esa impactante posición fija fuera de la vista desde el ángulo de Herstal.

Este es obviamente el trabajo más importante realizado por Albariño. La imagen de estas personas fijas en una determinada pose evocó cierto recuerdo en la mente de Herstal, y aunque la pose de cada una de estas personas no era exactamente igual a la que recordaba, parecía...

"¿La Balsa de la Medusa?" Preguntó Herstal y el tono al final de la frase sonó ligeramente elevado, tal vez ya lo había encontrado interesante.

"Una barca enajenada llena de muerte que está a punto de hundirse en las profundidades del mar. Tal como la imagen del 'Barco de los Locos' que conocemos: 'El paciente enfermo está preso a bordo, sin escapatoria, y es enviado a un río de mil brazos o a un mar inmenso, y así se le entrega a un destino insondable y separado del mundo'[1] ".

Vino y armasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora