Factio

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—¡Louisette! — al terminar la clase Sirius corrió detrás de la chica — minislughorn — la castaña no detuvo su caminar e incluso jaló a Narcissa para que caminara más rápido.

— ¿Me explicas? — preguntó la rubia cuando Louisette la soltó — ¿Pasó algo con Sirius?

— No paso nada con el idiota de tu primo — respondió la castaña.

— ¿Entonces porque salimos casi huyendo de ahí?

— Para evitar que me moleste.

— Siempre te molesta y nunca habías huido de esa manera — la rubia la detuvo del brazo — habla.

— Narcissa vamos a llegar tarde — la castaña intentó seguir su camino pero la rubia se le puso enfrente — ¿En serio?

— Hablo en serio, te recuerdo que tengo mucha resistencia para quedarme de pie y no me moveré hasta que me expliques que pasó con Sirius.

Louisette no tuvo más opción que contarle a la rubia sobre lo sucedido con Sirius, la chica escuchó todo y terminó con el rostro rojo del coraje.

— ¡Ese idiota! — dijo — ¡realmente espero que no consiga un tutor y que repruebe! — Narcissa gritoneó un par de groserías mientras era llevada casi a rastras por Louisette hacia su próxima clase.

— Ten — Tom dejó una taza frente a Louisette.

— ¿Y esto? — preguntó la chica tomándola, le dió un sorbo — es cerveza de mantequilla.

— Exactamente — el joven tomó asiento a su lado — es para festejar nuestro éxito.

— ¿Por qué en una taza?

— Las botellas no son permitidas en la biblioteca — respondió — pero irónicamente, las tazas si.

— No tiene sentido.

— Opino lo mismo — Tom elevó su taza — porque el club sea tan exitoso como la noche de cuentacuentos.

— Salud— Louisette chocó su taza con la del chico y bebió su contenido — realmente necesitaba esa cerveza.

— De nada — Tom apartó ambas tazas — ¿Quieres comenzar con tus tutorias?

— Si no es mucha molestia.

La diferencia entre las tutorías de Tom y Sirius eran evidentes, Tom no le gritoneaba a Louisette, ni la hacia sentir estúpida cada que tenía una duda, de hecho, el jóven se tomaba el tiempo necesario para explicarle todo detalladamente y regresar si es que no entendía algo de temas pasados, pero con Tom no había risas, con Tom no había peleas, Tom evidentemente no era Sirius.

El club de lectura y escritura no podía estar marchando mejor, el aula encargada de acoger al club estaba ambientada con libreros enormes, sofás y una alfombra que provocaba que a Louisette le diera sueño cada que se sentaba en ella; los alumnos más pequeños del club tenían cierto apego hacia la castaña, no es que odiaran a Tom, pero definitivamente preferían que Louisette estuviera en el aula cuando la hora del libro comenzaba.

— Nos vemos mañana — se despidió la chica del pequeño grupo de niños de primero que salían del salón — al fin.

— Demasiados niños — Tom se tiró a su lado en la alfombra — pero prefiero esto a estar buscando créditos en otro sitio.

— Concuerdo contigo.

— ¿Ya se lo dijiste a Severus? — la castaña lo miró.

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