Pudor

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Sirius y Louisette no volvieron a cruzar camino durante 3 días, a pesar de que no había una manera lógica en la que ellos no se toparan parecía que el destino simplemente no quería verlos juntos durante un tiempo.

La castaña había pensado en pasar sus tardes en el baño del tercer piso, sentada en el suelo leyéndole a Myrtle pero la fantasma parecía estar molesta con ella, pues la puerta jamás abrió. Consecuentemente la chica cambio su lugar de refugio a su sala común, pasaba todo el día sentada en el sofá más cercano a la chimenea crepitante con algún libro entre sus manos hasta que anocheciera; cuando la noche caía, Louisette bajaba al comedor, cenaba algo en alguna mesa alejada que le permitiera ver todo el comedor para así poder notar cuando Sirius entrara y era la última en salir de ahi.

Todas las noches daba una larga caminata por la inmensidad del castillo, siempre evitando los pasillos por los que recurrentemente rondaba el Barón sanguinario, su caminar lento hacia que la caminata durará una hora aproximadamente y finalmente regresaba a su habitación para dormir y repetir la rutina al día siguiente.

La castaña se encontraba sentada en su cama, con las rodillas pegadas al pecho y las manos cubriéndole los oídos, cerraba los ojos fuertemente esperando que así el miedo se fuera, no ocurrió.

Noche de tormenta, los truenos resonaban fuertemente desde afuera provocando que la castaña diera pequeños saltitos aterrados cada que escuchaba uno; la chica había puesto la música más ruidosa que había encontrado con el volumen en lo más alto tratando así callar un poco el ruido de afuera, cosa que no funcionó; la tormenta parecía burlarse de la soledad de la chica.

Siempre había pensado que estar en la sala común que se ubicaba en las mazmorras ayudaría un poco en estas épocas, que el lago negro ayudaría a amortiguar el sonido de los truenos, grave error, jamás había escuchado truenos más sonoros que los de esa noche.

Maldijo una y mil veces que no estuviera Regulus o Narcissa en el castillo, si ellos estuvieran ahí ya la habrían abrazado y tranquilizado con palabras dulces y amorosas. Intentó controlar su respiración recordando las palabras de su padre, pero nada parecia funcionar.

Su cabeza comenzó a divagar entre recuerdos hasta que finalmente cayeron en la única persona en el castillo que conocía su miedo a las tormentas, Sirius. El recuerdo de esa noche de tormenta la invadió, ver a Sirius completamente empapado debajo de la lluvia, la charla, el calor de la chimenea, el como el chico la sujetó durante la noche, todo.

"No Louisette, ni se te ocurra" se regañó internamente "no irás a buscarlo" se dijo "el ni siquiera quiere verte, te ha estado evitando".

- Bueno si, pero...

"Pero nada, además ¿Que se supone que llegaras a decirle?" Se preguntó "Hola Sirius estaba muriendo de miedo en mi habitación y sé que me estás evitando, pero ¿Puedo quedarme?".

- No suena tan mal.

"Por favor Louisette ¿Y si está con alguien?" Louisette suspiró "no habías pensado en eso ¿Cierto?".

- No - confesó.

"Es Sirius, me sorprendería que no estuviera con alguien en este momento" la castaña se volvió a dejar caer en la cama "nosotras podemos solas, no necesitamos a nadie".

- Si muero será tu culpa.

"Soy tu, será culpa tuya únicamente ".

La chica intentó concentrarse en otra cosa que no fuera los truenos de afuera, sus dedos comenzaron a tamborilear sobre su estómago y ella comenzó a tararear la canción que salía de los parlantes de su radio, sentía como su corazon seguía latiendo fuertemente y las ganas de llorar se fueron acumulando poco a poco.

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