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El brazo de Elizabeth se cerraba cómodamente sobre el de Louisette mientras continuaban su caminata por Hogsmeade, el grupo de chicas había decidió cancelar sus planes durante una tarde para pasar tiempo de calidad juntas en el pueblo y así aprovechar y comprar unas cuantas cosas, principalmente el vestido para la galería de arte de Sirius.

— Lo sentimos, pero es tarde de chicas — habían respondido a coro al encontrar a los chicos en la puerta principal esperando acompañarlas — deberían hacer lo mismo.

Narcissa y Lily caminaban tranquilamente frente a ellas sumidas en una conversación centrada en runas antiguas, por su lado Elizabeth narraba sus dudas acerca de Remus.

— ¿No crees que es un poco misterioso? — cuestionó la pelinegro — siempre se priva todo.

— Así es su manera de ser — dijo la castaña — y eso no quita que es sumamente interesante.

— Oh no, solo lo vuelve aún más irresistible — Louisette sonrió mientras asentía— ¿Debería de preocuparme por ese asentimiento?

— No, no deberías — aclaró — Remus es todo tuyo.

— Ayudame, muero de ganas de dar el siguiente paso pero el parece evitar a toda costa la pregunta.

— Solo diselo, no prepares nada, pregúntale cuando menos se lo espere — dijo — llega, plantate frente a él y dile "¿Quieres ser mi novio?" Fácil y conciso.

— En cuanto escuche la primer palabra saldrá huyendo — se quejó.

— No lo sabrás a menos de que se lo preguntes.

— Pues ya que.

El cuarteto de chicas entró en la primer tienda de ropa que miraron, pasaron un par de horas descartando y apartando vestidos, finalmente el grupo salió con una bolsa cada una. Si tarde en Hogsmeade fue tranquila, les hacía mucha falta convivir solo en un ambiente de chicas.

— ¡Pastelito de calabaza!— gritó Sirius en cuanto vio a las chicas entrar a la sala común.

— ¡Pastelito de nuez!— respondió Louisette, la cara del trío de Gryffindor era un poema, la castaña caminó hasta el pelinegro, el chico la recibió de brazos abiertos.

— ¿Chicos? — los llamó James, la incomodidad en su voz era notable — tenemos que hablar, la pareja tomó asiento.

— ¿De que tenemos que hablar mi pastelito de calabaza y yo contigo? — preguntó Sirius.

— Justo sobre eso — respondió el moreno — sus apodos...

— ¿Que tienen nuestros apodos?— cuestionó Louisette disfrutando la situación.

— Son...

— Asquerosamente cursis y empalagosos — terminó Remus — sabemos que están en la etapa de enamoramiento y la miel sobre hojuelas, pero ¿Podrían cambiarlos a algunos más normales?— pidió — a algunos que no den diabetes cada que los pronuncien.

— Oh — dijo la pareja.

— ¿Hace cuanto odian esto?— preguntó Sirius.

— Un par de semanas — respondió Peter — no sabíamos cómo decirlo — Louisette miró a Sirius con una enorme sonrisa sobre sus labios.

— Paga ahora — extendió su mano hacia el pelinegro.

— Mierda — el chico se removió en su lugar y sacó 2 galeones, los soltó en la mano de Louisette — ¿Su queja no podía esperar una semana más?

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