Desconocido

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Pese a las insistencias de Sirius porque Louisette fuera al médico la chica se seguía negando, el pelinegro había aceptado su derrota con la única condición de que ella iría al médico si volvía a sentirse mal. Esa mañana cuando los primeros rayos de sol lograron entrar por la ventana de la chica descubrió a su lado un enorme vacío que su novio debía ocupar.

— ¿Cariño? — lo llamó, pero no obtuvo ningún tipo de respuesta, la joven castaña se incorporó en la cama para encontrarse con que la varita de su novio ya no estaba en su sitio recurrente sino que ahora era ocupado por una pequeña nota color rosa.

"Buenos días a la mujer de mi vida, espero hayas dormido excelente, ten por seguro que yo sí sobretodo porque desperté junto a la mujer de mis sueños. Hoy planeé algo para ambos así que no hagas planes para esta tarde, ponte muy guapa (así como todos los días) pero que sea cómodo.
Nos vemos a las 2:00

Con todo el amor del mundo, el hombre que más te ama."

Sirius.

La chica sonrió ante la nota ¿Qué tramaba Sirius está vez? Sin preocuparse demasiado por la nueva locura que había atravesado la cabeza de su novio las chica comenzó su rutina de todas las mañanas que consistía en desayunar, hacer aseo, darse una ducha, vestirse y esperar a la llegada del chico pelinegro.

Exactamente a la 1:47 de la tarde alguien llamó a la puerta, sin demasiada prisa la joven fua a abrir encontrándose con Sirius del otro lado.

— Vaya — él la miró de arriba a abajo lentamente — ¿Cómo puedes verte tan hermosa con un simple vestido de verano? — regresó la mirada hacia los ojos de su novia.

— Supongo que tengo buenos genes — bromeó ellas mientras se apoyaba en el marco de las puerta.

— Mierda — susurró — no hagas eso — cerró los ojos fuertemente — te vez jodidamente sexy así.

— ¿Ah si? — continuó jugando con la debilidad del chico — ¿Tu crees?

— Mjum — la chica sonrió mientras miraba a su novio desmoronarse justo frente a ella — ¿Podrías dejar que continúe mi plan? Prometo que regresando a casa haré lo que desees.

— Bien — ella regresó a su postura inicial — ¿A dónde vamos?

— Primero que nada — de detrás de su espalda el joven sacó un enorme ramo de margaritas — mereces unas flores casi tan preciosas como tú.

— Sirius — ella tomó el ramo — son preciosas — las olfateo ligeramente — y demasiadas.

— Todas las margaritas de 2 florerías — comentó, ella sonrió con ternura — es lo mínimo que mereces, si hubiera tenido el tiempo suficiente te habría traído todas las margaritas de cada florería en Londres.

— ¿No crees que eso es exagerado?

— Cuando se trata de demostrarte cuánto te amo nada es exagerado, lo mínimo que mereces son todas las margaritas del mundo — la tomó de la mano — ¿Nos vamos? Tengo un plan que seguramente amarás.

— Estoy muriendo de ganas por saber que has planeado — la pareja entró al departamento únicamente para dejar las flores en el florero y tomar el bolso de la chica, cuando finalmente lo tuvieron ambos salieron hacia el auto que los esperaba abajo.

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