Nova exercitatione

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Todo parecía ir excelente para la pareja de amigos, solo un par de días después habían conseguido un trabajo no muy lejos de su hogar y con una paga muy buena, literalmente trabajaba frente a la acera del otro.

— Regulus — Louisette lo agitó suavemente — alguien llama a la puerta.

— Ve y abre — respondió el chico girandose sobre la cama.

— ¿Y si es un ladrón?

— Oh claro porque tenemos cosas tan valiosas que nos pueden robar — dijo sarcástico — solo oculta la vajilla de plata.

— Ve y abre, anda — pidió.

— No me hagas echarte de mi habitación, ve y abre — resignada la chica arrojó la cobija lejos de su cuerpo y se levantó.

— Pero cuando mi cama llegué irás tu — amenazó.

— Si, si, lo que digas — el chicos hizo un ademán con la mano apresurandola.

Louisette se estiró antes de salir de la habitación de Regulus aún tallandose los ojos, caminó hasta la puerta y sin siquiera revisar abrió la puerta.

— Buenos días, cielo — saludó el pelinegro al otro lado.

— Buen día cariño — la chica se movió a un lado para dejarlo pasar — recuérdame darte una llave — sin decir más regresó a la habitación de Regulus arrastrando los pies y con Sirius detrás de ella.

— Buenos días renacuajo — saludó a su hermano, el menor balbuceo un buenos días como respuesta — ¿Que hacen dormidos tan tarde? ¿No tienen trabajo?

— Hoy no, día libre — respondió Louisette mientras se dejaba caer nuevamente en la cama.

— Tu mensaje decía que está semana no tenías días libres — acusó.

— Cariño, adoro tu compañía pero realmente necesito un día para dormir bien — dijo — y tenerte aqui significa dormir hasta tarde.

— Mi mañana no podía ser más perfecta, mi propia novia ha dicho que le molesta mi presencia.

— ¡No dije eso! — reclamó.

— Lo sé, solo molesto.

Louisette no mentía, a pesar de que estaba realmente feliz de tener un empleo en el cual le pagan lo suficiente como para en menos de dos semanas terminar de amueblar el departamento extrañaba poder dormir como una persona normal, sus horarios de sueño habían cambiado abruptamente de un momento a otro y cada que tenía un día de descanso, que gracias al alma bondadosa de sus jefes siempre eran el mismo día de Regulus, lo único que querían era dormir sin ser molestados.

Sirius había notado casi desde los primeros días las prominentes ojeras que comenzaban a formarse debajo de los ojos de ambos, el trabajo realmente estaba acabandolos pero ambos querían seguir ahí. Louisette trabajaba como camarera en una cafetería que por las noches se convertía en un bar, una combinación extraña, por otro lado Regulus trabajaba en el restaurante de enfrente tocando el piano para los comensales y ayudando en la limpieza del lugar; ninguno de los dos tenían un horario fijo hasta ahora.

— ¿Por qué no se arreglan? Los invito a desayunar — Sirius acarició suavemente el cabello de Louisette que poco a poco ya había comenzado a cerrar los ojos — un buen desayuno y después regresamos a qué duerman un rato.

— La cama de Louisette llegará hoy — respondió Regulus aún debajo de las mantas.

— ¿Saben a qué hora?

— 11:00 — respondió el menor — no deberían tardar.

Completamente obligados los dos amigos se levantaron de la cama para despabilarse antes de salir a desayunar, mientras Regulus y Sirius charlaba cómodamente en la sala Louisette aprovechó para darse una ducha rápida, al salir encontró a su novio despidiendo a dos hombres en la puerta.

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