Lucere

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— Por supuesto que lo haría ¿Sabes cómo estoy seguro?— preguntó — yo le di la idea — Louisette se quedó mirándolo — abre los malditos ojos Louisette, solo te está usando, no le gustas, el está muy enamorado de su novia y solo te está comiendo la cabeza para que le hagas las tareas.

La castaña sintió un pinchazo en su pecho y las lágrimas comenzaron a brotar.

— Eres un... — las palabras se le atoraron en la garganta — un...

— ¿Un que?

— ¡Un grandísimo pendejo! — soltó molesta— ¡William no haría eso, William no eres tú!

— Por favor Louisette entiéndelo, yo se lo dije, yo le di la idea ¿En serio crees que William te invitaría a salir? ¿Te has visto? No hay mucho que admirar en ti — Sirius se arrepintió rápidamente de sus palabras — Lou yo...

— Lárgate — pidió.

— No quise decir que fueras poca cosa.

— ¡QUE TE LARGUES! — Louisette le lanzó lo primero que su mano tocó — lárgate de mi estúpida habitación.

— Deja de aventar cosas — pidió mientras se cubría el rostro.

— ¡Que te largues! — Sirius avanzó hacia la puerta aún cubriéndose — ¡te odio! — el pelinegro alcanzó a salir antes de que un vaso se hiciera trizas en su rostro.

La discusión no había sido muy distinta a las que solían tener siempre ¿Entonces por qué a Louisette le dolía tanto? ¿Por qué las palabras de Sirius le afectaban más ahora? Se dejó caer con la espalda apoyada en la pared, ocultó su rostro entre sus brazos antes de soltar un llanto desgarrador ¿Por qué dolía tanto? Eran las mismas palabras de siempre, pero ahora parecían tener un efecto completamente distinto en la castaña.

— ¿Linda? — alguien tocó la puerta suavemente — ¿Lou? — la puerta se abrió ligeramente y los rizos de Regulus se asomaron — ¿Que pasó aquí? — entró a la habitación y rápidamente notó las cosas en el suelo y los vidrios junto a la puerta — ¿Estás lastimada?— ignorando todo lo demás se apresuró a ir hacia la castaña que estaba en un rincón, rápidamente la envolvió en sus brazos — ¿Te hizo daño? — la castaña negó antes de ocultarse en el pecho del chico y comenzar a llorar nuevamente.

Los brazos de Regulus se habían convertido en uno de los lugares seguros de Louisette, el menor de los Black jamás sé atrevería a juzgarla por nada en el mundo, así como ella tampoco lo haría con él, Regulus le permitió llorar todo lo que necesitará sobre su pecho, le daba caricias suaves en la espalda y cabello para hacerle notar que él estaba ahí, siempre estaría ahí. Ambos se quedaron dormidos en el suelo mientras se abrazaban.

— Buenos días Tychi  — saludó el pelinegro cuando notó que su amiga ya había despertado — no quise despertarte, crei que necesitabas dormir un poco más.

— ¿Qué horas son? — preguntó la castaña sentandose en la cama.

— Casi la hora de la cena— Louisette buscó con la mirada el cuaderno de William — ya se lo entregue.

— Gracias— volvió a dejarse caer en la cama — ¿Tychi? — preguntó mencionando el mote con el que Regulus la había saludado.

— Oh si ¿Te gusta? — preguntó el chico sentandose a su lado — me cansé de llamarte Lou o linda, necesitaba algo mío.

— ¿Que significa?

— Suerte — respondió — debí tenerla el día que te conocí, no creo que conocerte haya sido cosa del destino.

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