Evans

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La respiración acelerada, una ligera capa de sudor cubriéndole el rostro y sus piernas temblando incontrolable mientras James la miraba atentamente.

- No sabes cuánto te odio - soltó la chica entre respiraciones pesadas.

- Un poco de cardio no le cae mal a nadie - el moreno le guiñó el ojo - apuesto que Sirius hubiera sido más duro contigo.

- Creo que habría tenido un poco de consideración tratándose de su novia - la chica dejó caer su cabeza hacia atrás - siento que el corazón se me sale.

- Corrimos 15 minutos - se burló.

- No estoy en condición por ahora - levantó la cabeza ligeramente.

- No mueras en mi patio - el chico le arrojó una botella de agua.

- No entiendo tu fascinación por entrenar en vacaciones - reclamó.

- Esto no se mantiene por arte de magia - se señaló completamente, Louisette rodó los ojos.

- Ya entendí porque Sirius y tu son amigos - la chica tomó asiento y le dio un gran trago a su botella de agua - los dos son unos egocéntricos de mierda.

- Cuánto amor por tu novio - se burló.

- Créeme, es bastante - confesó.

- Si claro.

Las manos de Sirius sobre su cintura la apretaban suavemente contra su pecho, una sonrisa boba se posaba sobre los labios de Louisette mientras respondía al abrazo.

- No dejará de verme así hasta que arregle su cabello ¿Cierto?- susurró el pelinegro solo para que ella lo escuchara.

- Es probable - respondió la chica.

- Bien - apretó su cintura una vez más antes de finalmente soltarla - Jamie, amor - abrió los brazos hacia el moreno.

- De amor nada, arreglame.

- Despertamos malhumorados - Louisette soltó una risita - bien cariño, vamos a arreglarte esa cosa espantosa que llamas cabello.

- Eres un jodido dolor de culo - James entró a la casa.

- No ha visto a Lily ¿Cierto?

- No, desde hace tiempo - confesó la chica.

- Eso explica su molestia - respondió - las damas primero - el pelinegro le señaló la puerta para dejarla pasar.

- A veces eres raro - Louisette pasó por su lado y entró a la casa justo detrás de James.

La castaña mantenía sus manos sobre su regazo mientras miraba a Sirius arreglar el cabello de James, el moreno soltaba quejas cada dos por tres.

- ¿Ya casi? - cuestionó James.

- ¿Podrías pasarme una corbata, cielo? Me está comenzando a fastidiar - pidió mirando a la chica, Louisette soltó una risita.

- Tardas demasiado.

- Si te callaras ya habría terminado - dijo - además eso te pasa por chismoso.

- Ahora que mencionas el tema - dijo la castaña caminando hacia ellos - ¿Que se supone que pretendías metiendo esa botella entre mis cosas? - cruzó los brazos por encima de su pecho.

- Nada cielo - le sonrió dulcemente - absolutamente nada.

- Ajá.

- Uy, problemas amorosos - bromeó James desde su lugar, Sirius lo golpeó en la cabeza.

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