y en todo sentido.

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Enseguida, Jimin les mostró una de sus sonrisas más practicadas a lo largo de su niñez para afrontar ese tipo de situaciones. Una llena de seguridad, pero aún manteniendo la tranquilidad necesaria para que todos creyeran que lo que estaba a punto de decir, era verdad. 

—Una persona como yo debe estar al tanto de todo lo que hagan los estudiantes en la escuela. —Movió su nariz de manera encantadora—. Así sea de un estudiante tan… aburrido como él. —Miró a Yoongi con burla—. Sin ofender, claro. 

—Por supuesto. —Este le siguió el juego al sonreírle de manera sarcástica. 

Sin embargo, aquella extraña interacción no pasó desapercibida para Jungkook, menos para Taehyung, quien ya estaba pensando en miles de suposiciones al respecto. Era cierto que a su mejor amigo le gustaba estar enterado de todos los chismes que rondaban por la escuela, pero jamás prestaba atención a datos tan personales como los hobbies de algún estudiante. 

Había gato encerrado. Y él quería sacarlo. 

Cosa que el menor adivinó con solo verlo, por lo decidió intervenir a tiempo. 

—D-de todas formas, agradecería mucho si Sun- Taehyung, perdón —se disculpó Jungkook al instante—, me pudiera enseñar algo de piano. 

Y solo bastó eso para que el pelirrojo olvidara totalmente el asunto y se enfrascara en la ilusión de poder pasar más tiempo él. 

—¡Claro que sí!

 Aunque ello no le agradó para nada a Jimin, quien se la pasó culpando en su cabeza a Yoongi por el resto del almuerzo. 

En realidad, continuó haciéndolo hasta que se acabaron las clases. Su mirada acaramelada no podía dejar de quemar en la figura de Yoongi, quien ignoraba todo eso al estar conversando con Jungkook cerca a los casilleros. O más bien, decidió no hacerle caso porque era tanta la intensidad que fue captada incluso por un embobado pelirrojo a su costado. 

—¿Minie?

Los ojos de Jimin parpadearon al instante, ahora enfocándose en su amigo. 

—¿Qué pasa, TaeTae? —Trató de actuar con normalidad mientras comenzaba de guardar sus libros en el casillero. 

Taehyung le dio un leve vistazo a donde estaban los pelinegros, para luego retornar hacia él. No sabía qué decirle sin que se pusiera a la defensiva, porque lo conocía lo suficiente como para adivinar que no sería una confesión fácil de sacar. 

—Minie… sabes que puedes confiar en mí, ¿verdad?

El rubio cerró su casillero, dirigiéndole una confusa mirada. 

—Sí… —dijo con extrañeza. 

—Jamás te juzgaría. —Se apresuró a seguir—. Es más, sería algo fantástico. 

—TaeTae, no estoy entendiendo nada. 

El pelirrojo suspiró. Era mejor confrontar las cosas desde ahora. Los mejores amigos no tenían secretos. Menos ellos que se conocían desde niños. 

—Pues… no quiero que te molestes, pero… me he dado cuenta lo interesado que estás en Yoongi-ssi. 

Las suaves facciones de Jimin se desencajaron en un segundo. 

«Lo que me faltaba…», pensó enseguida. 

—¿I-interesado? —No podía hablar de lo absurdo que sonaba. 

—¡Por favor, Minie! ¿Cómo sabrías que él lleva tocando el piano desde hace años si no te interesara en algún sentido?

—¡Está en el taller de música! 

—¡Oh! —dijo como si lo hubiese atrapado—. ¡Otra cosa más que sabías y yo no! Además, pudo haber sido cualquier otro instrumento. ¿Por qué estar tan seguro del piano si no lo he visto en ninguna presentación de la escuela?

Ahí Jimin ya no supo cómo seguir defendiéndose sin sacar a relucir que ellos vivían juntos y por eso se la pasaba escuchando patéticas melodías que simulaban ser música, desde el ático de la casa. 

Nadie tenía que enterarse que lo conocía. Nunca. 

—Minie —le habló Taehyung ya de forma más dulce—, puedo entender que no quieras decírmelo por, no sé, ¿tu orgullo de chico popular? —dijo lo último a modo de broma—. Pero no tiene nada malo. Mírame a mí. Estoy super mega ultra enamorado de Jungkookie. 

Jimin rodó los ojos por ese nuevo apodo. Aunque gracias a ello pudo retomar su postura de siempre. Una llena de confianza y soltura. 

—No te estés proyectando en mí. —Él no solía contestarle así a su amigo, pero ya se estaba cansando de ese tema—. Yo nunca me fijaría en una cosa tan minúscula como Yoongi.  

—Ajá —expresó el pelirrojo sin creerle en absoluto—. Bueno, ya me voy casa. ¿Nos vamos por ahí?

Taehyung no iba a seguir insistiéndole, pero si había algo que no le gustaba de él, era que cuando se le metía una cosa en la cabeza, no había poder el mundo que se la sacara. Por tal razón, el de cabellos dorados sabía que más adelante estarían hablando de lo mismo. 

Pero no importaba, ahora había algo más que requería de toda su atención. 

Alguien, para ser más exactos. 

—No, mi… madre vendrá a recogerme. 

Por muchos años que pasaran, Jimin todavía no se acostumbraba a llamarla de ese modo sin sentir un incómodo peso en su estómago.  Por más que la quisiera como a una, la existencia de Yoongi siempre le recordaba que jamás lo sería en verdad. 

—¡Oh!, mándale mis saludos —sonrió Taehyung—. Adiós, Minie.

Y dicho esto, se fue. 

Jimin así confirmó una vez más lo buen mentiroso que era porque sus planes eran totalmente distintos al seguir el camino de Yoongi hacia el taller de música. 

•••

Hasta aquí queda la actualización de este pequeño fanfic. Y digo pequeño porque, como se habrán dado cuenta, los capítulos serán cortos, y según yo, la historia también (?

Y como ya vieron, tiene varios clichés porque simplemente me gustan. Aunque igual tendrán el desarrollo de personaje que suelo darle, pero esta vez más enfocado en los protagonistas.

En fin, lean bien las etiquetas y espero que disfruten la historia.💜

Alianza Equivocada | yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora