Solo que ella... no lo es en verdad.

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Cuando el taxi finalmente se detuvo frente a la casa, Yoongi es el primero en bajar.

—Paga por mí, no traigo dinero.

Y sin más, siguió su camino directo a la casa.

Jimin suelta un bufido, ahora tenía sentido que quisiera regresar con él. Sin embargo, no le da importancia y le paga al taxista sin queja alguna.

Aunque se toma su tiempo para entrar a la casa. Su padre aún debe estar por ahí para que todas las luces estén prendidas, por lo que saca un paño húmedo de su bolsa para pasárselo por su rostro, no sin antes quitarse la fila de aretes que usa cuando sale.

A Heesoo no le molestaba que se maquillara, más bien eso hacía resaltar su belleza según ella, pero su padre era otro tema.

Le daba esa mirada que le decía lo decepcionado que está de él, de que su único hijo sea... así.

Justo como ahora que lo vio entrar a la casa.

Sin embargo, su padre no se concentró en los tacos de sus botines o de los estampados de su pantalón. No, lo único que había en su rostro era una enorme sonrisa.

—¿Saliste con Yoongi? —le preguntó en vez de saludarlo—. ¿Al fin se están llevando bien?

Y ahí fue que Jimin entendió su inesperada alegría.

Su padre, desde que se casó con Heesoo, quiso que los cuatro fueran una familia. Incluso fue uno de los primeros en oponerse a que un Yoongi de 10 años se fuera a vivir con su abuela en Daegu.

Porque él mismo fue el primero en hacerlo, pero no le gustaba recordar esa época de su vida, así que intentó borrarla instantáneamente de su cabeza.

Por lo que solo atinó a asentir después de un momento.

—Perfecto. —Su padre sonó complacido—. No lo arruines. Esto es importante para la familia.

Jimin se obliga a mostrarle una sonrisa.

—No lo haré —le respondió en automático, como si no fuera más que una máquina que había sido creada para cumplir los deseos de los demás—. Me seguiré esforzando para llevarme cada vez mejor con... con mi-

—Con tu hermano —Su padre completa por él—. No lo olvides.

Jimin traga saliva sutilmente. Le cuesta ver a Yoongi como tal por todas las veces que le había repetido que no eran más que hermanastros. Y que si fuera por él, ni eso serían porque Heesoo no era más su madre.

Ya era tarde.

No podía seguir suprimiendo sus recuerdos, por lo simplemente vuelve a asentir y a hacer una corta reverencia para despedirse de su padre y seguir de frente a su habitación.

Lo primero que hace al entrar y cerrar con seguro la puerta, es tirar su bolso al suelo.

Sus ojos caramelos le ardían, mientras se lanzaba a su cama para presionar su cabeza contra las miles de almohadas que reposan en esta. Tal vez así por fin podría borrar lo que se amontonaba en su interior, lo que siempre aparecía cuando pensaba en el pasado.

En ese niño de cabello castaño, pero ojos que parecían dorados por las lágrimas que se acumulaban dentro de ellos tras no dejar de recibir portazos de un niño distinto a él, con su cabello tan oscuro como una noche sin estrellas y una mirada que le recordaba a su animal favorito, porque no lo quería en su habitación, mucho menos en su vida.

Por supuesto que Yoongi no perdió la oportunidad de hacérselo saber en múltiples ocasiones.

Aún lo hace.

Por eso es que ahora quiere llorar, pero de la rabia.

Jimin siempre lo había intentado, había rogado muchas veces para, al menos, obtener un poco de su atención, pero nada funcionó.

Así que no, no era posible arruinar lo que el propio Yoongi se encargó de hacer desde que lo vio.

Él no merece nada de su parte, ya no. Por lo que se reprocha el haberle contado algo tan íntimo como lo de su madre. Su madre biológica.

Jimin sonríe entre lágrimas que se le resbalaban de los ojos al cerrarlos con fuerza. También es la primera vez que habla de ella con alguien que no sea él mismo.

Y eso solo lo hunde más en su miseria. 

•••

Ando sensible, así que me estoy poniendo a escribir como una desquiciada, así que sí, habrán más actualizaciones de esta historia. 

Alianza Equivocada | yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora