Pero es perfecta

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El taller de música estaba en la parte trasera de la escuela, pasando por las áreas del comedor y de deporte. Sí, así de irrelevantes eran para la institución. Por ello, Jimin no entendía el afán de formar parte de algo que no te serviría para nada.

Todo tenía un por qué y una razón de ser; cuando no, es porque no valía la pena. Esa era una de las tantas frases de Heesoo. Porque a este mundo venías a brillar y a triunfar. Cosa que claramente no pensaba su hijo al estar inmerso en un mundo que no lo llevaría a nada bueno.

La música.

Yoongi y su piano eran uno. Él jamás entendería esa clase de amor, porque incluso parecía ser lo único que le importaba en su vida.

Otra razón más para odiarlo.

—¿Ahora por qué me estás siguiendo? —le preguntó Yoongi apenas cerró la puerta ya estando los dos dentro del aula asignada para el taller.

Por suerte, los únicos allí eran ellos porque las actividades recién comenzaban en media hora.

—¿No es obvio? —Jimin empezó a estudiar cada rincón del aula mientras caminaba con apariencia despreocupada—. Siempre que creo que no puedes ser más inútil, ahí vas tú a superarte.

Yoongi rodó sus ojos para luego ir a la banqueta del piano. Jamás debió permitir que el otro descubriera que formaba parte del taller de música. Era el único lugar de la maldita escuela que en serio le gustaba. Él solo vino a arruinárselo.

Como todo en su vida.

—¿Y se puede saber ahora qué carajos hice?

Jimin arrugó la nariz. «El vulgar de siempre», pensó con desagrado.

—¿Lo de hoy en el almuerzo no te da una pista? —Pese a que había una clara acusación en su voz, aún se mantenía lejano a él.

—Oh, ¿te refieres a cuándo casi delatas nuestro... desafortunado parentesco? —Jimin giró de golpe hacia él—. Porque te recuerdo que eso fue tu culpa.

—Nunca haría algo así y lo sabes —dijo el rubio a la defensiva—. Antes muerto a que descubran que... —se calló.

—¿Que somos hermanastros? —le sonrió con ironía desde su lugar.

Jimin casi dejó notar lo sorprendido que estaba de escuchar tal término de los labios de Yoongi. «¿Siquiera me ves de esa manera?», se guardó esa pregunta para sí mismo.

—Como sea. —Optó por cambiar de tema—. Debemos arreglar el problema que ocasionaste y tratar de ver la forma de estar sobre ellos en cada momento.

El pelinegro pasó la yema de sus dedos por las teclas del desgastado piano del taller. El malestar creciendo de nuevo en su pecho.

—Es mucho, ¿no crees? —habló como si arrastrara sus palabras—. Solo falta que digas que nos metamos en sus citas y-

—Huh, esa, de hecho, no es una mala idea. —Curvó sus cejas doradas, brindándole una escéptica mirada—. Al menos, aún sigues conservando algo de cerebro. Te felicito.

—No, Park, ni se te ocurra. —Paró todo movimiento en el piano, para trasladarlo en acercarse a Jimin—. Eso sería demasiado, Jungkook-

—Ellos se la van a pasar todo el rato juntos y solos, ¿acaso prefieres eso? —lo interrumpió al instante.

—No, pero Jungkook es mi amigo —enfatizó esas dos últimas palabras—. No se supone que le hagas eso a tus amigos.

—Y TaeTae es el mío, pero aquí estamos. —Se encogió de hombros—. Uno siempre tiene que hacer lo necesario para conseguir lo que quiere.

Y Yoongio odió cada parte dicha de esa oración. Porque sonaba igual que a Heesoo.

—Hablas de ellos como si fueran simples metas o cosas para tachar de tu lista —le recriminó—. Son personas.

—Ay, por favor, no me digas que te acaba de venir el cargo de conciencia —se burló, entornando sus pequeños ojos en él —. Porque quien se la pasó llorando por su estúpido amor platónico fuiste tú.

—Yo no... —Iba a completar con un: «no lloré», pero sería algo vergonzoso de su parte—. No es platónico, y mucho menos estúpido, ¿ok?

—Lamento informarte que mientras el niño dientón no te haga caso, sigue siendo platónico.

—Ya basta con llamarlo así. —Dio un paso más hacia Jimin.

Pero este solo soltó una corta risa placentera. Como si su acto no fuese más que una simple parodia. Yoongi ensanchó su nariz.

—Mira lo sensible que te pones con él. —Negó con diversión su cabeza. —Y aun así te rehúsas a darlo todo por conseguirlo. Qué decepcionante.

Sin embargo, la burla de Jimin fue borrada de un tirón cuando fue tomado por el cuello de la camisa de su uniforme escolar.

—Sigue así y lo único que conseguirás de mi parte es un buen golpe en toda tu jodida cara de niño bonito.

El corazón de Jimin despegó hacia todo su cuerpo. Aunque no supo si fue por la repentina cercanía de sus rostros o porque lo considerara de esa forma.

—Así que bonito, ¿eh? —Sus manos fueron hacia el pecho contrario para intentar empujarlo. Debía quitárselo de encima pronto—. Esa es nueva.

—¿Quieres que siga? Porque créeme que tengo mejores en mente.

—Eh... chicos.

Tanto Yoongi como Jimin se separaron al instante, como si hubiesen sido atrapados en medio de algo indebido, porque así realmente era, nadie hasta ahora se había enterado que se conocían. Y la imagen que estaban proyectando en ese momento podía prestarse a malas interpretaciones.

Afortunadamente, quien los estaba viendo al pie de la puerta del taller, era solo el profesor de música.

—Profesor Kim, disculpe. —Se reverenció Jimin, mientras buscaba alguna excusa por decir—. Nosotros solo... eh... —Miró a su costado, pero a diferencia de él, Yoongi permanecía tranquilo. Quiso golpearlo—. No importa, ya me iba.

Empezó a caminar hacia la salida, pero justo cuando estaba a punto de llegar, el alto hombre en la puerta optó por detenerlo.

—Joven Park —lo llamó por su apellido porque, pese a que no le enseñara, todo el profesorado conocía los nombres de los primeros puestos académicos en la escuela—, le recomiendo que acomode su camisa antes de salir.

El calor en el rostro de Jimin aumentó, tanto que no fue capaz ni de darle la cara al profesor y solo terminó susurrando un apresurado: «gracias», para luego cerrar la puerta de golpe.

Sus mejillas quemaban y su pecho se agitaba sin control. Aquel estado solo podía provocárselo Yoongi. Siempre lograba desestabilizar el mundo tan ordenado que había construido en su mente.

Irguió su postura mientras acomodaba su corbata con furiosa convicción. No podía seguir permitiéndoselo. 

Alianza Equivocada | yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora