Mi verdadero ser

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Era oscuro. Había muchos gritos. O tal vez solo eran los suyos. No quería soltarlo, perderlo... pero su respiración era cada vez más lenta, su piel se tornaba fría...

No, por favor, no.

─Papá.

No te vayas...

─P-papá.

No me dejes solo, por favor...

─¡Papá!

Yoongi se levantó de golpe. Su pecho se contraía y el sudor bajaba a chorros por su cuello. Arrugó la frazada que tenía contra sus manos. Quería llorar, pero se tragó sus lágrimas mientras se encogía en colchón.

Otra vez había soñado con él. Con su padre. Aunque ese más bien era un recuerdo. El recuerdo menos favorito que conservaba de él.

Porque fue el día de su muerte.

Volvió a dejarse caer entre las sábanas, mientras removía sus húmedos cabellos negros. Los que eran una copia exacta de los de su padre según su abuela.

Ah, la matriarca Min. La amaba tanto, era como una madre para él, no, era incluso mejor que una. Por eso Heesoo se había aprovechado de eso para retenerlo en esta casa, junto a ella.

Yoongi no la entendía. Si quería un hijo, ya tenía a su «precioso Jiminie» para eso. Que no lo joda a él que ya había tenido suficiente con serlo de verdad.

Suspiró, tratando de volver a dormirse. No le gustaba quedarse mucho tiempo en su mente, menos cuando estaba tan activa por vistazos de su pasado. Amaba a su abuela, pero ella siempre parecía recordar a su padre en él.

Justo como ayer que le había pedido que tocara una de las piezas favoritas de su hijo mientras estaban por videollamada. Comprimió sus labios.

—No te preocupes, abuela... yo también lo extraño —susurró a la nada y con la voz agrietada.

No iba a llorar. Se había prometido no hacerlo. Pero vaya que quería.

Y estaba seguro que lo hubiese terminado haciendo si un fuerte ruido no lo hubiera sacudido hasta el fondo de sus memorias apenas lo captó.

—Esta cosa cada vez es más difícil de abrir.

Aquel chillido lo hizo resoplar al instante. Claro, no podía ser otro más que Jimin empeorando su día. Se frotó la cara con impaciencia.

—¿Ahora por qué mierda estás aquí?

Su voz se escuchó más grave y rasposa de lo normal. El de cabellos dorados pareció descolocado por unos segundos en su lugar, hasta que rápidamente se recompuso.

—Buenos días para ti también —siseó él.

—Solo dime qué quieres. No estoy de humor, en serio.

Jimin le iba a preguntar un «¿y cuándo lo estás?», pero se contuvo. No quería generar una pelea innecesaria, menos con los que estaba a punto de anunciar.

—TaeTae y tu niño dientón van a tener una cita —le dijo al mismo tiempo que le mostraba la pantalla de su celular con la conversación abierta.

—¿Qué? —Yoongi miró los mensajes con incredulidad mientras salía de su cama con torpeza—. Ahí dice que solo irán al cine.

Jimin rodó los ojos con impaciencia.

—¿Acaso nunca te han invitado a salir? —le cuestionó enseguida—. Son dos personas que se gustan que irán al cine, solos —recalcó esa última palabra—. Es bastante obvio lo que va a pasar.

El pelinegro suspiró con entendimiento.

—Quieres que vayamos con ellos.

Ding, ding, ding. —Un par de dedos comenzaron a dar golpes en su sien—. Ese cerebrito tuyo cada vez me sorprende más.

—No empieces. —Se quitó la mano de Jimin con molestia—. Ahora lárgate.

El gesto del otro se deshizo, listo para confrontarlo, ya lo veía venir.

—Yoongi-

—Sí iré, pero necesito que te vayas para alistarme —lo interrumpió. Estaba seguro que si lo seguía escuchando, le terminaría por doler la cabeza.

—Oh, sí. —Jimin parpadeó por unos breves segundos hasta que recobró su expresión anterior—. No te tardes mucho, odio esperar.

Yoongi entornó sus ojos hacia él, pero este no lo notó o fingió no hacerlo mientras cerraba la puerta detrás suyo.

Bien, su día solo parecía empeorar cada vez más. ¿En qué momento dejó que un maldito mocoso controlara su vida de esa manera? Ah sí, desde que tuvo la mala suerte de fijarse en su mejor amigo.

Su único amigo.

Y para rematar, él también es la única persona que le ha gustado hasta ahora. ¿Qué puede ser más patético que eso?

Yoongi no veía la hora de acabar su último año de escuela para poder regresar a su hogar en Daegu, en los brazos seguros de su abuela. 

Alianza Equivocada | yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora