tu coraje,

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Sobra decir que ese plan no le entusiasma para nada a Jimin. Las fiestas solo eran otra distracción para su futuro. Así que no, no las disfruta en lo absoluto, por lo que se negó varias veces a ello, pero Taehyung es alguien insistente.

A pesar de que a Heesoo no le agradara del todo la amistad que mantenía con él desde que se mudaron a un distrito lujoso, ella misma le había enseñado a siempre dejar una buena impresión en las personas, más con el alcance que tienen los padres de Taehyung. Por lo tanto, no dudó en comprarle la mejor ropa para que la estrene justo ese día.

Y como es sábado por la noche, Heesoo se dio el tiempo de arreglar los últimos detalles de su nuevo conjunto, aunque sabe que realmente no es necesario hacerlo porque Jimin ya se encontraba brillando por todas partes. El pantalón blanco, que se ajusta a su figura, combinaba de maravilla con su camisa de organza de seda turquesa.

Cuando estaba terminando de retocar sus cabellos dorados, ella se lo quedó mirando a través del espejo de su habitación.

—Luces espectacular, Jiminie. —Le sonrió—. Vas a dejar fascinadas a todas las chicas allí.

Jimin le mostró una pequeña sonrisa. No lo dudaba, pero no quería ir a impresionar.

Mucho menos a las chicas.

—¿Estás seguro que no quieres que te lleve en el auto? —continuó Heesoo, mientras comenzaba a guardar el set de su maquillaje.

—No, iré primero a la casa de Taehyung y de ahí nos vamos juntos para allá.

Jimin claramente le está mintiendo porque no quiere que vaya a dejarlo. Se da una idea de cómo sería esa discoteca, y sospechaba que a Heesoo no le agradaría ni un poco.

Sin querer tomarse más tiempo, se despidió de ella con un beso en su mejilla, para luego salir de la casa con chaqueta en mano. Sin embargo, una presencia lo paralizó en el marco de la puerta apenas la cerró.

Es Yoongi. Con su cabello negro ligeramente despeinado y con una ropa que no le podría quedar bien a nadie más que no fuera a él.

—Te tardaste —se lo hace notar con aparente molestia—, de nuevo.

Aunque se quedó en silencio después de darle un simple vistazo y empezar a caminar.

—¿A qué te refieres? —Y pese a todo, Jimin le siguió el ritmo a su costado cuando una voz en el fondo de su cabeza le decía que no debería estarle hablando.

—No tengo dinero suficiente para ir solo.

Y no dijo más. Jimin tampoco insistió.

Solo fue consciente de que estaba de nuevo en un taxi con él cuando el fuerte aroma de su colonia lo golpeó. Eso solo tenía que significar que estaban sentados muy juntos o que se había puesto mucha encima.

Lo más probable era la segunda.

•••

El camino a la discoteca no fue largo, así que pronto distinguieron a una cabeza pelirroja saltando emocionada en la entrada del lugar. Por supuesto, Taehyung estaba impecable como solo un Kim de su talla podría estar e incluso Jimin admitía que Jungkook no se veía nada mal. Al menos tenía más sentido de la moda que Yoongi.

Aunque al principio, no supo qué hacer.

Se sentó cerca a la barra con Yoongi a su derecha, mientras Taehyung aprovechó en invitar a bailar a Jungkook con un ligero rubor en sus mejillas.

Y sí, fue tal como Jimin se lo imaginó al darle rápida mirada al lugar cuando ellos se fueron. La pista de baile estaba llena de parejas de todo tipo, pero quienes más se destacaban eran las del mismo sexo.

Jimin tomó un gran trago de cerveza, que Taehyung había pedido para los cuatro ni bien entraron, con nerviosismo. Está seguro de su orientación sexual, pero eso no hacía que no le diera terror esa clase de experiencias para nada escolares.

—¿Qué haces aquí tan solito?

Y cómo no, ese tipo de insinuaciones no se hicieron esperar. Jimin miró al chico que había puesto frente a él y luego a Yoongi, quien parecía perdido en su segundo vaso de cerveza, por lo que solo regresó su atención hacia adelante.

—Nunca estoy solo —le contestó con una sutil arrogancia en su voz.

—Pero no veo a nadie presumirte en la pista de baile como te mereces.

Jimin quiso reír ante sus palabras, pero se contuvo al morderse su labio inferior con sabor a cereza. Había estado nervioso por las puras, los chicos de ahí no son muy distintos a los cabezas huecas de sus compañeros.

—No necesito que nadie me presuma, yo lo puedo hacer por mi propia cuenta. —Se dio una rápida mirada, para luego arquear una ceja—. ¿No crees?

Ese chico por supuesto que miró al mismo tiempo que él lo hizo, pero su vista se dedicó a detallar su cuerpo aún más.

—Lo puedo comprobar. —Le sonrió de costado—. Pero de todas formas quisiera tener el honor de hacerlo. —Le ofrece su mano—. ¿Quieres bailar?

No, realmente Jimin no quería, pero tampoco quería pasar todo el rato de pie, tomando como un idiota.

Al lado de un idiota.

—¿Por qué no?

Aceptó su mano. Era dura y áspera, lo sintió por la forma en que también cogió su cintura. Jimin estuvo a punto de soltarse por la sensación de rechazo que lo embargó, pero no hizo nada y solo se dejó guiar a la pista de baile.

Alianza Equivocada | yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora