lo cruel que es conmigo.

434 90 25
                                    

Bien, Jimin no supo en qué estaba pensando cuando hizo lo que hizo.

Mejor dicho, no estaba pensando en lo absoluto.

Vuelve a suspirar al estar de pie frente a la pequeña puerta del ático, estando indeciso entre tocar o regresarse por donde vino. No, esta había sido una pésima idea de su parte. No era seguro estar tan cerca de Yoongi, lo sabía, entonces no entiende por qué-

«... a Suran noona le... le gusta Yoongi hyung».

Ahí estaba su respuesta. No podía permitir que esa tal Suran aparezca de la nada a exigir pasar un tiempo que ya tenía suficiente con compartir con Jungkook. Así que aspiró hondo y puso una sonrisa de superioridad en su rostro. Esa es la única forma que podía enfrentar ese momento.

Da un par de golpes en la puerta, no demorándose en ser abierta por un pelinegro que parecía estar vestido como si fuera a salir.

—¿Vas a algún lado? —le pregunta Jimin con el ceño ligeramente fruncido.

Yoongi le copia ese gesto.

—¿A dónde iría? Quedamos en que hoy te enseñaría, ¿o no?

Pese a su tono mordaz al hablar, rápidamente se hizo a un costado para dejarlo entrar. Jimin se mordió la lengua para no seguir insistiendo porque en casa solo usaba jeans rasgados y zapatillas, no esos pantalones negros entallados ni sus botines de cuero de siempre.

—¿En dónde me siento?

Por lo que mejor decidió enfocarse en hacer esa pregunta que en él.

Yoongi tomó un trago de la botella de agua que tenía en sus manos para después señalarle la banqueta del piano.

—Ahí está bien. —Cerró la botella y la puso a un lado, aclarando su garganta al instante—. De acuerdo, empezaré esta primera clase con un poco de teoría básica.

—¿Teoría? —Jimin arqueó una de sus cejas.

—Sí, Park, aunque no lo creas, se necesita de teoría para aprender a tocar piano. —Yoongi jaló una banca que tenía cerca a su cama para poder sentarse—. Ahora, es importante que sepas de las notas, sus posiciones dentro de un pentagrama y en las teclas del piano.

—Oh, pero ya sé todo eso —interviene él enseguida—. Hace unos días leí un libro que explicaba sobre teoría musical. Además, lo contrasté con la información actualizada que había en Internet.

Yoongi rodó los ojos.

—Había olvidado que eres un sabelotodo.

Jimin prefiere que piense eso a decirle que en realidad lo había hecho para no avergonzarse más después de no haber entendido mucho cuando lo estuvo ayudando con la canción. No quería volver a hacer el ridículo delante suyo.

—Levántate.

Aunque esa orden lo pone en alerta. ¿Acaso se está arrepintiendo de enseñarle?

—Yoongi-

—No creo que hayas leído sobre la forma correcta de sentarte al ver cómo lo estás haciendo ahora.

Jimin parpadea, llevando su mirada hacia sí mismo.

—¿Hay una forma correcta de sentarse?

Yoongi ladea sus labios.

—Con que no lo sabes todo, ¿eh? —Se puso de pie, pidiéndole otra vez que se levante al agitar su mano hacia su dirección, él lo termina haciendo de mala gana—. Camina un poco a la derecha, justo hacia el DO central del piano.

Jimin le obedece a la perfección y no lo ve al estar de espaldas, pero eso le saca una pequeña sonrisa a Yoongi.

—Ahora siéntate. —Este continúa dándole otra indicación, pero cuando el rubio la sigue esta vez, hace un chasquido inconforme por lo que hizo—. No puedes estar tan atrás. —Alza ambas manos para ponerlas sobre los hombros del otro—. Muévete hacia adelante, tu cuerpo tiene que quedar en el medio de la banqueta.

Sin embargo, esas últimas palabras no fueron del todo claras para Jimin. ¿Es que cómo podía prestarles atención si su piel parecía quemarle justo donde Yoongi lo estaba tocando? Debía haberse puesto algo más grueso que una camisa de algodón para no ser capaz ni de sentir su tacto.

—¿Park?

—Eh.... —Jimin sacude sutilmente su cabeza, mientras hace lo poco que pudo captar de lo que dijo—. ¿Así está bien?

—Lo está.

Y para su tranquilidad, Yoongi aleja sus manos de él, pero esta no dura mucho al notar que se sentaba a su costado, muy cerca suyo.

Y fue peor cuando le demandó lo siguiente:

—Abre las piernas.

Jimin casi siente que se le corta la respiración.

—¿Pe-perdón?

Yoongi entorna los ojos ante esa reacción.

—No puedes tener las piernas muy juntas cuando toques el piano porque perderás el equilibrio al hacerlo —le explica—, así que sepáralas ligeramente.

Jimin, a duras penas, logra hacerlo.

—No, un poco más —continúa Yoongi, haciendo algo inimaginable con él.

Estira una de sus manos, la que antes había estado a un lado de su hombro, para bajarla a su pierna izquierda, aterrizando en la parte de su muslo.

Si el corazón de Jimin no había parado de latir con fuerza desde el primer contacto, ahora parecía haberse paralizado por completo.

—¿Park? —Yoongi lo llama, presionando levemente contra su muslo al no tener ninguna respuesta de su parte—. ¿Jimin?

Oh no, esto era suficiente.

Jimin se levanta de golpe, haciendo caer al mismo tiempo la mano que aún podía sentir encima de su cuerpo por el rastro de calor que le dejó.

—¿Sabes qué? —le dice al darle la espalda, con sus pulmones trabajando el doble para permitirle hablar—. Olvídalo, esto fue una pésima idea.

Y sin esperar a que Yoongi hiciera alguna queja por su repentina actitud, sale del ático para encerrarse en su habitación.

Su respiración acelerada no se logra calmar ni al abrazarse estando sentado contra su puerta, ocultando su rostro sonrojado entre los muslos que habían sido tocados por alguien que jamás imaginó que lo haría.

Porque ese toque íntimo siempre le había incomodado, siempre le había generado molestia, pero con Yoongi era diferente. Él siempre lo había hecho sentir diferente. 

Alianza Equivocada | yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora