no me sigas dando esperanzas.

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Lo primero que despertó a Jimin en esa mañana fue un agudo dolor que parecía partir desde los lados de su sien hasta por debajo de su cabeza. Incluso sentía que explotaría con solo moverla. 

Realmente no recuerda el momento exacto en que llegó a casa o cómo es que ahora está acostado en su cama, así que lo único que puede hacer, además de contraerse por el dolor, es suspirar. 

Suspirar mientras piensa en Yoongi. 

Para ser más exacto, en los besos que le dejó por todo su pecho descubierto y en la curvatura de su cuello.

Jimin jura que aún puede sentir la textura de sus labios sobre su piel, la calidez de su aliento chocando contra él y la delicadeza con la que acariciaba cada parte que estuviera a su alcance. 

Y el deseo. 

Un constante deseo que no está acostumbrado a causar. Porque en vez de haber aprovechado en tomarlo por completo como muchos hubieran hecho —como él mismo hubiera querido—, Yoongi optó por sostenerse de ambos al final. 

El corazón de Jimin es muy débil ante ese hecho, queriendo tirar abajo todas las advertencias de su mente para, más bien, permitirle la entrada indefinida a su vida. O mejor dicho, para no dejar que vuelva a salir de ella. 

—Basta, Jimin. —Se exige a sí mismo al levantarse de golpe de la cama, ignorando el dolor que eso le generaba—. Ya no eres un niño, él ya no tiene poder sobre ti. 

Pero se equivoca. 

Y estuvo tan seguro de eso cuando, por pura desesperación, abrió la puerta y lo vio solo a unos cuántos metros de donde estaba, caminando con sus típicos jeans rasgados y con ese aire despreocupado tan suyo. 

Yoongi pone su mundo de cabeza con su simple presencia, siempre ha sido así, pero ahora, que había una posibilidad de hacer sus sueños realidad, de no vivir entre tanta apariencia y engaños, no sabía qué hacer. Hace mucho que Jimin no tiene experiencia en eso, en ser él mismo. 

Y el recordatorio de Heesoo tampoco ayudaba, quien precisamente estaba subiendo por las escaleras en esa fría mañana. 

Jimin cerró la puerta con urgencia, pero sin hacer ruido porque no quería llamar su atención, aunque sí se aseguró de ponerle pestillo esta vez. 

Podía excusarse con que se estaba bañando, lo cual, de hecho, debería hacer porque todavía seguía siendo un desastre, con su cabello rubio revuelto y su camisa de seda verde petróleo más estirada de lo normal. Hasta sentía que su pantalón estaba a punto de destrozarle las piernas. 

Pero ni quitándose toda la ropa de encima ni lavando cada centímetro de su piel, eliminaría el rastro de besos que Yoongi le dejó.  

Y no es que Jimin se quejara de eso. 

•••

Yoongi por supuesto quería acercarse, pero es domingo, lo que solo significa una cosa. 

Heesoo estaría en casa durante todo el día.

Y no, no soportaría perder el avance que había hecho con Jimin anoche, o el que creía que habían superado. La verdad, Yoongi está siendo demasiado optimista, pero quería aferrarse a algo, por más pequeño que sea.

Por eso ni siquiera le importó que Heesoo tratara de regañarlo por ninguna razón en especial al cruzarse con ella por las escaleras. Estaba más pendiente del mensaje que le había mandado Jungkook hace una hora, el que lo obligó a salir de su cama. 

Él había discutido con Taehyung en la fiesta. 

Yoongi no lo podía creer. Ellos jamás habían peleado por nada, el único problema que habían tenido fue cuando Jungkook lo había dejado plantado esa vez en el restaurante, pero eso fue antes de que sean novios porque desde ese momento, solo había sonrisas y cariño entre ambos.

Alianza Equivocada | yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora