Ya estaban a mediados de septiembre, por lo que se podía sentir su característico viento de otoño por los alrededores de las calles de Seúl.
A Jimin le gustaba disfrutar de la vista que dejaba esa estación, de modo que siempre se tomaba su tiempo en apreciar cada parque cuando estaba de camino a casa, o como justo ahora, que tenía que ir antes a algún establecimiento para comprar algunas cosas que Heesoo le había pedido.
Como era costumbre, ella no volvería hasta pasadas las 8 de la noche de la agencia de modelaje y no había tenido tiempo de preparar alguna comida para ellos, así que también le tocaba almorzar en la calle o comprar algo para llevar. Si por él fuera, optaría por lo primero, pero de verdad odiaba comer solo con mucha gente viéndolo.
Al menos en casa nadie lo veía. Literalmente nadie lo hacía a la hora del almuerzo, porque Yoongi preferiría quedarse sin manos para tocar antes de comer a solas con él. El de cabellos rubios suspiró, sacudiendo su cabeza mientras entraba a la tienda. No valía la pena pensar en eso.
Heesoo le había mandado la lista de por mensaje, así que fue rápidamente a la sección donde empezaría con sus compras. Sin embargo, luego de varios minutos, se quedó estancado en una fila de las góndolas del lugar. No parecía haber más que un paquete de Gim.
Para su suerte, un empleado que había estado acomodando unos productos a lo lejos, pudo darse cuenta que necesitaba ayuda, por lo que no tardó en acercarse para ofrecérsela.
—Disculpe. —Se inclinó un poco para hablarle porque el menor estaba agachado —. ¿Puedo ayudarle en algo?
Jimin alzó su rostro, para mirarlo con un brillo esperanzador.
—¡Oh, sí, por favor! —Fue hacia él con una sonrisa—. ¿Ya no hay más de Gim?
El trabajador se quedó de piedra cuando lo tuvo enfrente suyo. Ese chico no debía ser completamente coreano para tener la piel tan rosada y unos ojos caramelos que parecían endulzarte con solo verte.
—Por supuesto que hay, sígame. —Este lo guio hasta unos almacenes donde sólo podían estar los empleados—. ¿Cuántos necesitas?
A Jimin se le hizo extraña tanta amabilidad en el hombre, pero decidió seguirle la corriente porque en serio moría de hambre. Quería acabar con todo eso pronto.
—Cinco. A Heesoo le encantan los Gimbaps.
—Oh, ¿así se llama su novia?
Ahí supo que no debió darle tanta explicación.
—No, es mi madre. —Sin embargo, no podía parecer tan cortante si quería que le diera los paquetes.
—¿Aún vive con su madre? Qué encantador. —Le entregó la cantidad exacta de Gim.
Jimin los recibió, ahora con el claro entendimiento reflejado en su mirada. Él le estaba coqueteando y, como tenía puesta una chaqueta que cubría parte de su uniforme escolar, creía que, mínimo, estaba en la universidad.
O al menos eso quería pensar, porque ese empleado no aparentaba tener menos de 30 años.
—Algo así. —Su expresión se tornó neutra—. Muchas gracias por su ayuda.
Se dio la vuelta para regresar a buscar las pocas cosas que le faltaban de su lista. Mas no se esperó que el hombre le preguntara lo siguiente:
—Si no es mucho atrevimiento de mi parte... ¿podría saber cuál es su nombre?
Jimin suspiró. Estaba acostumbrado a los constantes coqueteos que le hacían en la escuela, y estos venían de cualquier género, pero había límites. Y la edad era uno de ellos.
Por lo que no dudó en girar la mitad de cuerpo para sonreírle de medio lado.
—Claro. Me llamo... —Se abrió la chaqueta con la mano libre, enseñándole la insignia de la institución—. Tengo 17 años, y aunque aprecio el buen gusto, no creo que se quiera arriesgar a que llame a la policía si me sigue hablando, ¿verdad?
No esperó a que le respondiera, lo único que quería era salir pronto de allí.
•••
─Ya estoy en casa.
Jimin sabía que era estúpido avisar de su llegada cuando evidentemente no había nadie en ella. A menos que Yoongi ya estuviera arriba, encerrado en su propio mundo. De todas formas, era como estar solo.
Así que mejor se dedicó a servirse los fideos que se había comprado a unas cuadras de la casa, mientras prendía el reproductor musical de su celular.
─Track suits and red wine... ─Comenzó a cantar en voz baja y suave, al ritmo de la canción─. Movies for two.
Y después de eso pasó a tararear porque no era muy bueno en el inglés por más que la había escuchado muchas veces, aunque sí hubo una frase que se quedó grabada en su mente apenas supo el significado de toda la letra.
─But there's nothing... like doing nothing ─sonrió leve─, with you.
A veces se preguntaba si tal cosa era posible. Porque él siempre tenía que estar haciendo algo útil sino sentía que era una pérdida de tiempo. Jimin no ha salido con nadie de manera seria hasta ahora, pero creía que debía ser igual estando solo o con pareja.
Se encogió de hombros. Ese tema no le quitaba el sueño tampoco. No tenía por qué pensar en eso ahora, las relaciones o todo lo que implicara distraerse de su futuro, era otra pérdida de tiempo.
Cogió el tazón de fideos después de guardar su celular en el bolsillo delantero de su uniforme, y fue aún tarareando hacia las escaleras. En momentos así, prefería comer en su habitación.
Sin embargo, justo cuando estaba llegando a esta, una lejana melodía lo detiene en medio de los pasillos. Contrajo sus rosados labios al saber que Yoongi estaba en casa, tocando el piano una vez más.
Por hoy, no estaría almorzando completamente solo.
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Alianza Equivocada | yoonmin
Hayran KurguLo único que unía a Yoongi con Jimin era su mutuo desagrado y que se fijaran en las personas equivocadas. ¿O... habría algo más? ••• ©Historia original. Prohibida su copia y/o adaptación. También puedes leer este fanfic a través de AO3: nexermind.