—¡Auch, Jimin! —Fue lo primero que Yoongi soltó apenas sintió una fuerte presión en su ceja—. ¡Ten cuidado, me duele!
Jimin arrugó sus labios, mientras alejaba la gasa de la herida que había comenzado a curar en el ático de la casa.
—Pues te lo mereces. —Botó esa gasa cubierta de sangre para ir en busca de otra de su botiquín—. Solo a ti se te ocurre hacer algo así.
—En mi defensa, yo no empecé con los golpes.
Jimin rodó los ojos, presionando de nuevo sobre la abertura de la ceja.
—No importa quién empezó —le dijo con dureza—. No debiste haber ido en primer lugar.
—¿Y dejar pasar lo que ese idiota te hizo? —le replicó Yoongi, aguantándose un nuevo dolor porque ahora estaba apretando por debajo de su nariz—. Olvídalo.
Jimin pareció mirarlo por un instante.
—No sabes qué fue lo que me hizo exactamente.
—Pero te hizo daño y eso es suficiente para querer darle una lección.
Yoongi no debía pensar en eso o se levantaría para enfrentar a Kyusong otra vez. Claro, como si no se hubiese sentido aliviado de que los golpes se detuvieran por la rápida intervención de Jungkook y unos cuantos estudiantes más.
—Eres un idiota.
Y a pesar de la evidente molestia en su voz, Jimin siguió evitando que el resto de heridas continuaran sangrando, para luego limpiarlas con suavidad. No era un experto en la materia, pero había leído lo necesario para poder curarlo apropiadamente.
Ya que después de todo, él fue quien se terminó haciendo cargo de Yoongi tras hablar con el director y permitir que se lo llevara a casa para no crear más escándalos en la escuela.
—¿Tan mal se me ve?
Jimin resopló ante esa absurda pregunta.
—¿Desde cuándo te importa cómo te ves? —Procedió a abrir la tapa de la crema antiséptica luego de asegurarse de haber desinfectado las zonas de la ceja, nariz y labios.
Yoongi se encogió de hombros.
—Simplemente quiero saber si me veo mal o no.
«Como si fuera posible que te vieras mal», pensó Jimin a regañadientes.
—Te ves tan horrible como siempre —le contestó este sin titubear, aunque Yoongi contuvo una sonrisa. Sus mejillas rosadas por naturaleza, habían aumentado de pronto de color.
—No fue tan grave entonces...
Jimin decidió ignorarlo, así como la inspección en su rostro, solo se concentró en cubrir las heridas con la crema puesta en sus dedos. Sin embargo, vaciló un poco cuando le tocó la parte de los labios de nuevo. Antes no hubo contacto directo porque había una gasa o paño de por medio, pero ahora era piel con piel.
Tragó saliva. Esto había sido una pésima idea.
—¿Jimin?
El rubio se obligó a relajarse, mientras estiraba su dedo hacia el labio inferior de Yoongi. Comenzó con un movimiento lento que iba desde la comisura a la mitad de este. Se convenció que solo los estaba mirando para tratar la herida correctamente, pero el hormigueo que se extendía por sus propios labios no lo estaba ayudando en nada.
Y tal vez el causante de esa sensación también era el mismo Yoongi, quien había bajado la mirada hacia ellos. Sus ojos caramelos son atrapantes, hipnotizantes, pero sus labios debían ser tu perdición definitiva. Rojizos, redondos y abultados. Eran la tentación hecha carne y a él no le importaba convertirse en un pecador si así podría llegar hasta ellos en ese bendito instante.
Sin embargo, Jimin se alejó de golpe cuando notó que Yoongi empezó a acercarse hacia él.
—Puedes seguir curándote solo —le dijo de forma atropellada y asfixiante.
Porque su intención de besarlo había sido evidente, demasiado explícita como para seguir ignorando lo que sucedía entre los dos. Y Jimin no sabe qué hacer con ese abrupto descubrimiento.
—Jimin.
Este puede sentir que Yoongi se pone de pie detrás suyo, haciendo que su huida se entorpezca ligeramente.
—Jimin, yo...
—¿Qué haces aquí, Jimin?
Y si antes parecía que su garganta se estaba cerrando, ahora su pecho se contrae. Porque frente a él está Heesoo, con un ceño fruncido y una mirada que varía entre Yoongi y él.
—Madre...
—Te hice una pregunta —repite ella con aspereza.
—Déjalo tranquilo. —La voz de Yoongi resuena por todo el lugar—. Solo vino a curarme unas heridas-
—Unas heridas que tú mismo te provocaste. —La rigurosa mirada de Heesoo recae en él—. ¿Sabes lo mucho que me costó que el Director no te suspendiera?
Los labios de Jimin tiemblan. Era de esperarse que el director llamara a Heesoo. Para él y para todo el mundo que supiera de su parentesco, ellos eran hermanos, así tuvieran apellidos distintos. La culpa aplasta su estómago. Porque eso es lo que son. Una familia. ¿Cómo es que siquiera lo había olvidado?
—Vete a tu habitación, Jimin —le ordena ella—. Voy a hacerme cargo de Yoongi ahora.
Sin embargo, una parte de él se rehúsa a hacerlo. Sabe lo que implican esas palabras.
—Él no empezó la pelea —le dijo en su lugar—. Toda la culpa es de... ese chico. Yoongi solo-
—Jimin. —El tono de voz de Heesoo se profundizó—. Anda a tu habitación.
Jimin se mordió su labio interno para detenerse. Heesoo odiaba que la desobedezcan, pero no podía dejar que Yoongi sufriera las consecuencias de su enojo cuando realmente no se lo merecía.
—Está bien, Jimin. —Yoongi dio un paso hacia él con una expresión serena, casi suave—. Ya estoy acostumbrado a esto.
Pero eso no tranquilizó a Jimin, no con la constante mirada de Heesoo sobre ellos. Para ella, esa interacción era molesta y sospechosa, aunque rogaba que de todos modos no viera más que a dos hermanastros que se están intentando llevar mejor o sería su fin.
—Lo siento, madre. —Por lo que se inclinó hacia ella como disculpa.
Heesoo se mantuvo de la misma forma, pese a ello.
—Tú y yo hablaremos en unos minutos, Jimin. —Le dio la espalda—. Cierra cuando salgas.
Jimin asintió, mientras demostraba una calma que en verdad no sentía tras acatar lo que le dijo. Heesoo había visto algo o sabía cosas que no le agradaban ni un poco y eso solo lo tensaba aún más.
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Alianza Equivocada | yoonmin
Fiksi PenggemarLo único que unía a Yoongi con Jimin era su mutuo desagrado y que se fijaran en las personas equivocadas. ¿O... habría algo más? ••• ©Historia original. Prohibida su copia y/o adaptación. También puedes leer este fanfic a través de AO3: nexermind.