Y por más que hubiera querido,

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Pese a todo, Jimin logra tener una mejor semana, enfocándose de lleno en las tareas y proyectos que tiene pendientes de la escuela, mientras no le quita los ojos de encima a Taehyung ni a Jungkook, estando lo más cerca posible de ellos.

Sí, sus energías están renovadas y el objetivo principal de su misión vuelve a cobrar vida en él.

Aunque eso también incluyera a Yoongi.

Para su suerte, ellos casi ni interactúan, solo se siguen sentando uno frente al otro durante el almuerzo, tratándose de ignorar lo mejor que pueden.

Sin embargo, Jungkook parece estar por todos lados porque recién descubre que comparten clase en 3 asignaturas.

Y puede que sus encuentros ocasionales le hayan quitado parte de su vergüenza al hablarle porque no tarda en acercarse a él en plena clase de Matemática.

—Sunbae... —lo llama a través de un susurro—. Disculpa, ¿pero... entiendes el ejercicio 3 de la pizarra?

Jimin se gira hacia él, ya que justo se había sentado detrás suyo ese día.

—Por supuesto —le contestó sin rodeos. No es precisamente famoso por ser modesto—. ¿Quieres que te explique?

Jungkook asiente con sus mejillas sonrojadas, mientras que él se regodea en su interior.

Es que todos esos ejercicios eran más que sencillos para él, ya que es la materia que mejor se le da en la escuela y por la insistencia que tienen sus padres de que estudie algo como ingeniería o administración.

De todas formas, el azabache se lo agradeció de todo corazón cuando por fin logró entenderlo.

—Eres muy bueno explicando, Sunbae.

Jimin, quien siempre disfrutaba de los halagos, sonríe para sí mismo.

—No es nada. —Se hizo el desinteresado—. No tengo problema en enseñarte cualquier otro ejercicio que necesites.

«Si eso significa que pasarás menos tiempo con mi TaeTae».

Ese pensamiento brilló dentro su mente incluso estando delante del mismísimo pelirrojo, en las mesas del comedor, mientras le presumía de lo buen maestro que es al contarle lo que había pasado en su clase con Jungkook.

—¡Pues no me importa! —exclama Taehyung, con un ceño fruncido que lo hacía ver más tierno que enojado—. Porque yo le voy a enseñar a tocar piano.

Aquella información hizo que el rostro de Jimin se desencajara de golpe, confirmando lo que decía a través del tímido sonrojo que el menor no pudo ocultar por más que fingiera concentrarse en el plato que está puesto frente a él.

Tensa sus labios.

—¿Ah sí? —Arquea una de sus cejas rubias—. Podrías aprovechar para enseñarme a mí también.

—¿Qué? —Taehyung lo miró enseguida—. ¿Para qué?

—¿Como que para qué? —Jimin se lo reprochó—. Yo tampoco sé tocar piano.

—Pe-pero nunca te interesó aprenderlo —le debatió apenas.

—Ahora sí.

Taehyung sella sus labios. Su primer impulso había sido negarse, pero no quería parecer un mal amigo por preferir pasar más tiempo a solas con Jungkook que con él en su casa.

A menos...

—Entonces tengo una idea —sonrió de pronto a toda la mesa—. Yoongi-ssi podría enseñarte en mi lugar en uno de los salones de música de mi casa.

Porque en definitiva no es un mal amigo.

Yoongi estaba a medio comer cuando escuchó esa disparatada idea.

—A mí no me metan en sus cosas.

—¡Hyung! —lo regañó Jungkook a su costado.

Y tal vez Jimin estaba muy metido en volver a enfocarse en su plan que en vez de negarse soltó un:

—Me parece bien.

Yoongi entrecerró sus ojos hacia él, haciéndole tantas preguntas que el rubio a propósito estaba ignorado.

—¡Perfecto!

No, no era perfecto. La música no es un juego para él y se lo deja bastante en claro al plantarse delante de su casillero luego de buscarlo a la hora de salida.

—Como siempre, te enfocas en lo que no es importante. —Jimin cierra su casillero con una aburrida mirada en él—. Esto es solo para pasar más tiempo con ellos, ¿o acaso te olvidaste de nuestro acuerdo?

—Pero-

—Jimin.

Esa voz hace que la queja de Yoongi se pierda en el aire, lo cual le molesta a sobremanera, por lo que se voltea enseguida solo para ver al mismo idiota de esa vez parado frente a ellos.

Pero Kyusong pasa de él. Lo único que le interesa ahora es Jimin.

—Debemos hablar —insiste de nuevo.

Este, por su parte, aprieta sus manos a los costados de su pantalón sin que ninguno lo note, controlando las ganas que tiene de desaparecer en ese instante.

—Yoongi. —Y es más fácil empezar por él—. Es mejor que hablemos en otro momento.

Yoongi le lanza una extraña mirada, la cual parece durar horas para Jimin, pero finalmente se aleja de ellos en silencio.

—¿Ahora te juntas con los perdedores? —le pregunta Kyusong con el mismo tono arrogante de siempre.

Pero la postura de Jimin cambia de golpe.

—Te dije que no te quería cerca.

Su tono de voz es igual de imponente que su mirada, aunque de todas formas se aseguró de no hablar tan alto porque aún había estudiantes caminando por los pasillos.

—Vamos, Jimin. —Sin embargo, Kyusong da un paso hacia él—. Solo olvida lo que pasó.

Mientras que Jimin se aleja por reflejo.

—No lo haré y es mejor que me hagas caso porque no dudaré en acusarte con el director si sigues insistiendo.

Kyusong resopla con burla, a pesar de que esas palabras no le fueron tan indiferentes.

—No te creo.

—Pues deberías.

En realidad no, Jimin ni loco se lo contaría a alguien, mucho menos al director, pero es un perfecto mentiroso y sus amenazas siempre sonaban convincentes.

De tal manera que Kyusong vuelve a considerar lo que dice. Porque aparte de ser el capitán del equipo de basketball, le toca graduarse ese mismo año, por lo que sí o sí necesita buenas referencias para las universidades.

Además, Jimin no es más que una cara bonita, podía conseguir otra igual o mejor sin tanto drama de por medio.

Sin embargo, ambos ignoraban que toda esa discusión fue vista por un pelinegro desde la lejanía.

Yoongi no había alcanzado a escuchar mucho, pero sí lo suficiente como para saber que había sucedido algo importante entre ellos. 

Alianza Equivocada | yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora