Quiero que esto dure,

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—¿Ya me estás extrañando?

Esa pregunta hizo que finalmente Jimin cierre su libro de Ciencias porque no podía seguir actuando que lo leía cuando había dejado de hacerlo desde que Yoongi lo llamó. 

Lo cual además hace que casi tire su celular al ver su nombre en la pantalla. Porque acaso… ¿esa no era la primera vez que lo estaba llamando? ¿Siquiera había tenido su contacto guardado todo ese tiempo?

—Solo han pasado unos cuantos días, no exageres. 

Tres días para ser exactos. 

Jimin estaba tan seguro que no necesitó mirar su calendario donde había tachado la fecha en que regresaría a Seúl. Quizá sí era dramático después de todo, pero las viejas costumbres no se pierden fácilmente, así que otra vez estaba llevando la cuenta desde que se fue. 

La risa de Yoongi haciendo eco en sus oídos, le devolvió la tranquilidad de saber que él pronto estaría en casa. Más pronto de lo que había esperado porque recién le había dicho que adelantó su viaje de retorno para pasar el resto de sus vacaciones juntos. 

¿Cómo se supone que no muera de un ataque al corazón al saberlo? 

—Mi abuela agradece los regalos, por cierto, también el señor Jung. —Yoongi hace una pausa—. Él no para de hablar sobre ti, le causaste una muy buena impresión. 

Jimin se avergüenza enseguida, ignorando el calor en sus mejillas al ponerse de pie. 

—Esa es mi especialidad. —Comienza a estirar su cuerpo por haber estado sentado por varias horas—. ¿O acaso lo dudas?

—No —le respondió Yoongi de inmediato—. Créeme que ahora no dudo de tu encanto. 

Jimin muerde su labio inferior al sentirse pequeño en su lugar, con el montón de mariposas revoloteando en su interior. 

—Idiota —dijo de golpe—. Es mejor que ya te vayas a dormir o pronto me declararás todo tu amor. 

Amor. Dios, Jimin era el verdadero idiota aquí. 

Pero justo cuando quiso retractarse, Yoongi habló en su lugar. 

—¿Alguna vez quisieras que lo haga?

Sí, por supuesto que sí, es lo que Jimin lleva deseando desde que prácticamente lo conoce. 

—Yoongi, es una broma. —Su voz se escucha apretada—. Olvídalo. 

—Está bien…

Jimin suspiró.

—No lo olvidarás, ¿verdad?

—No, no lo haré.

Sus dedos se retorcieron contra el celular. Como lo había previsto, estar con Yoongi lo deja sin defensa alguna y totalmente expuesto ante él.

—Bueno, creo que será mejor que me despida —dice luego de un momento—. Aún no he tenido tiempo de cenar. 

Mentira. Jimin ni siquiera tenía hambre, pero necesitaba tomar un poco de agua para no sentir que se asfixiaba con sus propios sentimientos. 

—Jimin…

—Buenas noches, Yoongi. 

Y colgó, mientras sus ojos caramelos se llenaban de lágrimas. ¿Por qué era tan difícil? ¿Por qué no puede ser como Yoongi y dejarse llevar por lo que siente?

En realidad sabe la respuesta, no puede borrar en una semana lo que le tomó años construir en torno a su mente. Palabras, lecciones de vida que quedaron marcadas en su memoria. Jimin había aprendido, a la mala, que no podía ser otra persona que no fuera esta. 

Alianza Equivocada | yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora