¿Tú tampoco lo harás?

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Los besos se terminaron después de un largo rato, Jimin tuvo que obligarse a ser más consciente de su entorno para así finalmente dirigir a Yoongi hacia donde dormiría esa noche.

Porque sí, ambos estarían en habitaciones diferentes.

Y no porque le molestara compartir la cama con Yoongi, en realidad, ese era el problema. Decirle que le gusta cuando no había planeado hacerlo, demostraba el poco control que ahora tiene con sus emociones y con lo que él le hace sentir.

Jimin no lo quiere asustar con lo desesperado que está por obtener todo de él.

Y por esa misma razón, no confía en lo que unos besos subidos de tono y la intimidad de una habitación pudieran desencadenar dentro de él. Porque, de nuevo, no está seguro de poder detenerse si Yoongi no lo hace primero.

Esa clase de pensamientos son los que no lo dejan dormir y lo mantienen en vela hasta el día siguiente. Su humor no es el mejor, pero estar de camino a casa, con Yoongi a su lado hablándole sobre su abuela, alegra su mañana.

—Así que, sorprendentemente, pude ahorrar para comprarme un boleto de tren a Daegu —le comenta Yoongi animado—. Mi abuela estará tan feliz de tenerme por estas vacaciones.

Jimin le sonríe de forma ligera, mientras asiente hacia él. Aunque lo extrañaría esas semanas, sabe lo entusiasmado que está por verla. Sin embargo, no esperó lo que diría a continuación:

—Si quieres... también puedes venir conmigo.

Y son sus mejillas sonrojándose lo que termina por derretir el corazón de Jimin. Esta vez la invitación nace de Yoongi, sin ninguna condición de por medio porque en verdad quería que lo acompañara.

Hasta se siente culpable de negarse luego de un momento.

—Mi padre está en casa —le recordó—. Y presiento que Heesoo está que analiza cada uno de nuestros movimientos. —Suspiró. Aún no sabía qué hacer con ella—. No quiero darle más cosas en que pensar, ¿sí?

Yoongi asiente lentamente, llevando su mentón al hombro de Jimin y tomando su mano a la vez.

—Te voy a extrañar... —le dice en un tono tan bajo que se asemeja a la caricia que está dejando en el dorso de su mano.

Jimin se afianza con más fuerza de la suya, bajando todas sus barreras al relajar sus propios hombros y poner su cabeza sobre la de Yoongi. No es capaz de decirle que también lo extrañará porque teme lo frágil que se vería al hacerlo.

Aunque al menos esta vez tiene la certeza de que regresaría.

•••

Cuando Yoongi ya está listo con una pequeña maleta en mano porque, a último momento, decidió que solo se quedaría una semana en la granja de su abuela, le sorprende que Jimin se acercara a él para acompañarlo a la salida.

—En realidad te dejaré en la estación de tren —le aclaró con una tímida sonrisa al cerrar la puerta de la casa—. Conseguí el permiso de mi padre para hacerlo.

Y así se encaminaron hasta la estación, no hablaron mucho en el trayecto, tal vez porque ambos se sintieron extraños por separarse cuando apenas fueron capaces de hablar sobre sus sentimientos, al menos así era para Yoongi, quien todavía no podía creer lo que Jimin le confesó anoche.

Ni logró conciliar el sueño con la emoción que tenía encima. Ahora podía entender por qué la gente corría el riesgo de declararse a pesar de no estar tan segura al inicio. Ser correspondido es de las mejores sensaciones que puedes experimentar en tu vida.

Más si venía de un chico como Jimin.

Y eso lo confirmó minutos antes de embarcarse, cuando este mismo le mostró lo que tenía dentro de la bolsa que llevaba cargando desde que salieron de la casa.

Un suéter y una libreta amarilla.

—He notado que tu abuela es un poco friolenta —le empezó a explicar al entregarle la bolsa—, así que dale el suéter de mi parte.

Yoongi se quedó paralizado en su lugar, observando por varios segundos lo que ahora cargaba en una de sus manos.

—Jimin, no- —Alineó sus labios—. No te hubieses molestado, esto debió costarte mucho y-

—No, lo bordé hace un tiempo.

—Espera. —Sus ojos negros saltaron hacia él—. ¿Lo bordaste? ¿Tú mismo lo hiciste?

Jimin asintió sin mirarlo a la cara.

—Y en la libreta escribí algunos consejos de cultivo que encontré en algunos libros viejos de la Biblioteca Nacional. No sé si le sirvan al señor Jung, pero...

Yoongi no permitió que siguiera hablando después de dejar las cosas a un costado y acercarse a él para tomarlo de la cintura.

—¿Cómo es que no me di cuenta antes de lo dulce que eres? —le preguntó sobre su oreja.

Jimin se sonroja completamente, mientras se esconde en uno de los hombros de Yoongi.

—No lo soy —le dijo mediante un susurro—. Solo que es Navidad y ellos merecen regalos en Navidad.

—¿Entonces cuál es el mío?

—¿Tú tienes uno para mí?

Jimin atinó a separarse un poco para poder preguntárselo con la ceja arqueada.

—Bueno... no, pero es que-

—Ahí está. —Lo apuntó con su dedo—. No mereces regalo de Navidad.

—¡Jimin, eso no es justo!

Y las quejas de Yoongi hubieran continuado si el repentino llamado de su viaje no hubiera comenzado a sonar por toda la estación.

—Es hora de que te vayas —le dice Jimin al separarse definitivamente de él.

—Sí...

Yoongi coge su maleta y la bolsa con los regalos de Jimin, pero, tras fijarse en que no habían muchas personas a su alrededor, aprovecha en robarle un pequeño beso de sus labios tintados de cereza.

El rostro de Jimin se enciende aún más.

—¡Yoongi!

—¿Qué? —Se hizo el desentendido—. Solo estoy tomando mi regalo de Navidad.

Finalmente le guiña el ojo, sin saber que estaba dejando atrás a un Jimin que en secreto piensa igual que él. Que recibir un beso suyo debería considerarse el mejor regalo de todos. 

•••

Soy una Yoonginista triste, así que solo diré como consuelo colectivo: Hasta el 2025. 

Alianza Equivocada | yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora