como cuando estás frente a tu piano.

350 80 18
                                    

Y por más que Jimin había aparentado una sonrisa en todo el día, la conversación que había mantenido con Jungkook aún retumbaba en su cabeza.

«—No quiero lastimar a Yoongi hyung... ni lastimarte a ti en el proceso.»

Es que aún no entiende por qué piensa de ese modo.

Jungkook tiene todo frente a él para ser feliz, siempre lo tuvo, pero simplemente no lo tomaba porque... ¿no quería lastimarlo? Vaya, qué tontería.

Es un desperdicio de oportunidades si se lo preguntan, Heesoo no permitiría que hiciera algo así. Ella le diría: anda, corre por ello, te lo mereces, trabajaste muy duro para conseguirlo, no dejes que nadie te quite lo que por derecho te pertenece.

Así que eso hacía. Aprovechar sus oportunidades. Por eso no puede comprender la forma en que funciona la mente de Jungkook. Jimin no es como él, jamás lo sería, jamás-

«—Sé que Yoongi hyung te gusta».

Su frente chocó contra la ventana de su habitación ante esa nueva voz en su cabeza. El vidrio se sentía frío bajo su piel, tanto que empezó a quemarle, pero no le importó, quizá eso haría que ya no la escuchara.

Porque no era más que una estupidez. Una tontería que solo gente como Taehyung y Jungkook pensarían.

Hasta que miles de imágenes se amontonaron abruptamente para reemplazar todo lo que había dentro de él hasta ese momento.

Yoongi tocando el piano en la sala de música, Yoongi empujando ridículamente a ese chico a las afueras de la discoteca, Yoongi riéndose junto a él, Yoongi hablándole de su abuela.

Yoongi, todo se resumía a Yoongi en su cabeza.

Y Jimin quiso lanzarse de su ventana en ese preciso instante, pero no tuvo el valor de hacerlo, por lo que solo atinó a girarse para poder sostener el peso de su cuerpo en la misma ventana, intentando concentrarse en cualquier parte de su ordenada habitación.

Así debería estar su mente. Ordenada y siempre estable, no como lo caótica que se veía la calle estando cada vez más cerca del invierno. Con un cielo que le recordaba a la persona que tanto se está esforzando en olvidar.

Y de ese modo hubiera continuado si un súbito llamado en la puerta no lo hubiese sacado de sus pensamientos.

—¿Jiminie?

Jimin tragó en seco, reincorporándose en su sitio para mostrar la seguridad y la desenvoltura de siempre, pero sin poder separarse completamente de la ventana.

—Adelante... madre.

Heesoo abre su puerta con un risueño gesto en ella.

—Hola, cariño, no quería molestarte tan tarde, pero antes de que se me olvide, quiero avisarte que el fin de semana no estaré aquí porque tengo un viaje para un festival de modelaje en Nueva York.

Una parte dentro de Jimin suspiró aliviada. Podía fingir que no existía por ese fin de semana.

—Está bien, espero que te vaya muy bien —se lo desea en verdad.

—Gracias, Jiminie. —Heesoo se pone delante suyo—. Trataré de dejar la comida lista, pero en caso de que se me pase...

—No te preocupes por eso, yo me encargo de todo —dice él de manera automática.

—Ay. —Ella lo tomó del rostro para dejar un sonoro beso en su mejilla—. ¿Qué hice para merecer un hijo como tú?

Y tal vez Jimin no se había recompuesto del todo y su mente todavía se mantuviera sensible a todo lo relacionado con Yoongi porque no pudo callarse lo siguiente:

—Hijo... —Sus ojos caramelos permanecieron fijos en los de ella—. Yo no soy tu... único hijo.

«Yo no soy el hijo que se supone mereces». Jamás tendría las agallas de decirle algo así.

El rostro de Heesoo cambió drásticamente ante sus inesperadas palabras porque toda sonrisa se borró en ella. Ahí fue cuándo Jimin supo que debía mantenerse en silencio. Como siempre hacía cuando se trataba de Yoongi.

—¿A qué viene eso?

—N-nada.

Error.

Por descuido, Jimin había tartamudeado, demostrando lo nervioso que estaba. Un error que claramente Heesoo no dejaría pasar.

—¿Sabes, Jiminie? Últimamente he notado lo... cercano que te has vuelto a Yoongi. —La suavidad en su voz había vuelto, pero su mirada se tornó penetrante en él—. ¿Hay algo que me quieras contar?

Heesoo tiene la habilidad de sacarte la información que quiere obtener sin que llegues a sospecharlo, como si tuvieras la genuina voluntad de hacerlo por ti mismo y no porque ella lo desea. Es un juego mental que Jimin nunca cuestionó. Hasta ese momento.

¿Acaso no confiaba en él y pensaba que le estaba ocultando algo?

—Solo quiero hacer realidad los deseos de mi padre.

Aunque sí lo está haciendo. Le está mintiendo.

Heesoo lo estudió con cuidado por mientras, como si realmente estuviera considerando lo que dice. No debió encontrar nada extraño, ya que soltó un ligero suspiro luego de unos segundos.

—Yoongi no merece un esfuerzo real —se lo repitió de la misma forma que hacía cuando hablaba de él—. ¿O acaso olvidas lo desconsiderado que ha sido con nosotros?

Jimin quiso apretar sus labios, pero solo se permitió hacerlo con sus manos escondidas detrás de su pantalón.

No quería demostrar lo vulnerable que aún lo volvían esas palabras. Lo vulnerable que lo hacía recordar todas las lágrimas que había botado de niño por su rechazo, mientras que Heesoo se las secaba como una auténtica madre haría con su hijo.

—Tienes razón. —Sus ojos caramelos se apagaron una vez más—. Me disculpo por eso.

Ella enseguida le sonrió con el cariño de siempre.

—No tengo nada que perdonar. —Volvió a tomar una de sus mejillas para acariciarla con suavidad—. Nunca olvides lo perfecto que eres.

Su mirada estaba llena de todo ese amor que Jimin sintió al crecer a su lado. El que la hizo admirarla y querer ser como ella. Así de perfecta como ella.

Pero él nunca podría serlo. Porque, por más que tratara, estaba lejos de ser realmente perfecto. 

Alianza Equivocada | yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora