Alianza Equivocada | yoonmin

Yo quería ser eso.

Yoongi está extrañando demasiado a su abuela y no sabe por qué. 

Es decir, siempre la extraña, pero desde que habla de ella con Jimin —a lo cual no le quiere dar mucha importancia—, se dio cuenta que no le está brindando la atención suficiente. 

Y se sintió peor cuando, al llamarla esa noche por video, notó que ella ya estaba acostada a pesar de que aún no era su hora de dormir, luciendo cansada y más pálida de lo normal. 

—No te preocupes, hijo mío. —Otra costumbre que había adquirido su abuela desde que su papá murió era decirle “hijo”—. Solo es una simple gripe.

—¿Por qué será que no te creo? —se lo cuestionó enseguida—. ¿El señor Jung está por ahí?

El señor Jung es el ganadero que la ayudaba con la granja que tiene en Daegu desde hace unos 5 años. Y quien a su vez, vive al pendiente de ella a partir de ese entonces. 

Enamorado para ser más exactos, pero Yoongi no quería pensar en ancianos enamorándose entre sí, gracias. 

—Siempre tan terco. Estoy bien, de verdad —le aseguró su abuela con una sonrisa que arrugaba la esquina de sus ojos—. Y deja en paz a Hoseok, ya tiene suficiente con hacerse cargo de una vieja enfermiza como yo, para también tener que soportar a un jovencito tan malcriado.

Yoongi se ríe por sus palabras, moviéndose ligeramente sobre su cama. 

—Te recuerdo que quien me crió fuiste tú, así que es todo culpa tuya.

Ante eso, su abuela suelta la risa baja y suave que todavía conserva para él.

—Tienes razón, es todo culpa mía. 

Y así continuó hablando, con el mismo tono cálido, pero bromista que la caracteriza, pero por más que intentara ocultarlo con su constante sonrisa, se ve muy enferma como para que Yoongi lo deje pasar.

Es que no podía ignorar nada, por más leve que sea, con la diabetes tipo 2 que le fue diagnosticada hace algunos años. Enfermedad que lo mantiene pegado a este lugar porque el tratamiento es imposible de costear con solo las ganancias que obtiene la granja. 

Y claramente Heesoo no le daría nada gratis, pero Yoongi había aceptado correr ese riesgo desde que pisó su casa. Y no sé arrepentía, lo haría las veces que hiciera falta. 

Porque por más que su odio hacia ella sea inmenso, el amor por su abuela lo sobrepasa, estando dispuesto a hacer lo que sea por su bienestar.

•••

Es el último día de la semana. La semana de clases, al menos. 

Y eso es lo único que logra aliviar a Jimin después de la conversación que tuvo anoche con Heesoo.

Porque el hecho de ver a Yoongi, aunque sea por un par de minutos, todos los malditos días de la semana, le está empezando a agobiar más de lo usual, más de lo que debería. Y toda la culpa la tenía Jungkook, como siempre. 

Jimin sacude la cabeza, enfocándose de nuevo en el libro que está delante de él. Sin imaginarse que justo su martirio personal entraría en ese momento a la sala de estudio para detenerse frente a su mesa. 

Por supuesto, decide no dirigirle ni una sola mirada al notarlo, tratando de concentrarse más en su lectura y no tanto en los latidos de su corazón.

—Préstame dinero.

Aunque esas palabras lo hacen parpadear ligeramente. ¿Había escuchado bien? 

—¿Qué? —le pregunta de golpe, pero sin mirarlo.

—Eso, lo que oíste, préstame algo de dinero. —La voz de Yoongi sonó seca y dura, producto de la enorme humillación que sentía al estar allí, pidiéndole su ayuda otra vez—. Juro que te lo pagaré pronto. 

Sin embargo, fue esa corta explicación lo que le hizo recordar a Jimin con quién está hablando, levantando finalmente su rostro lleno de molestia hacia él. 

—No —le responde al instante, volviendo su atención al libro sobre su mesa.

Y justo cuando creyó que Yoongi le daría más pelea o saldría enojado de la sala de estudio, su voz demasiado baja lo hace temblar de pies a cabeza.

—Jimin… —Su nombre, su bendito nombre saliendo de su boca de nuevo—. Es mi abuela. Necesito ver a mi abuela.