deja de mirar a través de mí.

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Aunque Jimin sintió que dejó salir una parte importante de su corazón en esa audición, al parecer eso no fue suficiente para el profesor Kim.

Porque Suran es quien finalmente quedó seleccionada como la nueva pianista para el taller de música.

Y eso fue un duro golpe para él, por lo que no permitió que nadie se le acercara después de que se anunciara el resultado tras salir por el lado posterior del auditorio en la primera vía de escape que encontró.

No quería la lástima ni el consuelo de nadie. No cuando no podía culpar al profesor Kim de su decisión.

Su presentación había estado bien para alguien promedio, no para un experto de la música. Su desenvoltura en el piano no se había comparado con el de Suran, ella lo supera con creces por más que le molestara admitirlo.

Jimin suspiró al sentarse en una de las bancas del patio trasero de la escuela.

Lo peor de todo es que volvía a perder contra personas que no dejaban de orbitar alrededor de Yoongi, lo que era un recordatorio más de que cualquiera merecía estar en su vida, menos él.

Un nudo se formó de pronto en su garganta. Tal vez eso era lo que el mundo quería decirle. El orden correcto de las cosas. Porque era imposible que Yoongi y él...

No. Ni siquiera tenía el valor de pensarlo.

Pero antes de que su cabeza comenzara a atormentarlo, siente una presencia a su derecha.

Jimin está listo para echar a cualquiera de las chicas, porque las había visto entre los asientos, incluso a Taehyung, quien estaba sentado en las últimas filas junto a Jungkook.

Sin embargo, toda palabra desvanece de sus labios al mirarlo.

—Eres muy escurridizo —le dice Yoongi con una media sonrisa—. Justo como una rata, una rata de biblioteca.

Jimin frunce el ceño enseguida. Solo alguien como él podía soltar ese tipo de tonterías en un momento así.

—¿Qué haces aquí? —le pregunta de todos modos—. Porque si es para burlarte o-

—Solo vine a darte esto —lo interrumpe Yoongi, alcanzándole un tablero con una hoja de papel encima.

Aunque después que Jimin lo tomara con desconfianza, notó que ese papel era una especie de ficha en la cual tenía que poner sus datos, descolocándolo al instante.

—¿Para qué es esto?

—El taller de canto aún tiene sus inscripciones abiertas —le explica Yoongi con calma—, o eso fue lo que me dijo Jungkook, ya que él está apoyando en la organización de las audiciones de este año.

Sin embargo, la confusión en Jimin continuó.

—No entiendo por qué-

—Ahora que lo pienso —Yoongi lo vuelve a cortar—, tú encajas más en ese taller que en el de música.

Y la pequeña arruga en el entrecejo del rubio pasó a ser una larga línea llena de ironía.

—¿Encajar? —Bufó con ese mismo gesto en su rostro—. Yo no encajo ahí.

—Lo haces —le asegura Yoongi tras mirarlo a los ojos—. Tu voz lo hace.

Una parte de Jimin tiene miedo de descubrir lo que implican esas palabras, pero en el fondo realmente quiere saberlo.

—¿Mi voz? —Justo esta sonaba temblorosa en ese momento—. ¿Qué tiene mi voz?

—La pregunta sería qué no tiene tu voz.

Yoongi apretó sus labios al darse cuenta de lo que dijo.

No estaba pensando, no estaba pensando en lo absoluto y todo era por el chico sentado solo a unos centímetros de él. El mismo que últimamente parece acaparar cada espacio de su mente.

—Yoongi...

—Maldición, Jimin, tienes una voz tan... —Suspiró, llevando su mirada hacia otro lado. La dignidad de Yoongi estaba pendiendo de un hilo, pero no podía parar de hablar ahora—. No necesitarán escucharte más de 10 segundos para que sepan que sería un desperdicio no tenerte en su taller.

El corazón de Jimin dio un vuelco.

—Yo... —Se aclaró la garganta, ignorando esa sensación en su pecho—. Yo no pertenezco al taller de canto.

La expresión de Yoongi vacila.

—¿Y si pertenecías al taller de música?

«Al menos tú estás ahí», pensó Jimin sin poder evitarlo.

—Me siento... cómodo allí —contestó en su lugar.

—También te veías cómodo cantando en el evento de Navidad.

—No me conoces, Yoongi —le dijo con dureza—. No me conoces para nada.

—Es cierto, no te conozco. —Aunque, extrañamente, Yoongi sentía que era todo lo contrario—. Pero puedo notar lo mucho que te gusta cantar.

Jimin sacudió la cabeza, cerrando sus ojos con fuerza. Le estaba empezando a doler por la cantidad de pensamientos que se amontonaron dentro suyo. Advertencias, recordatorios que siempre debía tener presente.

—¿Por qué te rehúsas tanto a hacerlo?

—Cantar no es para mí —repitió esa frase de forma automática.

—Cantar es totalmente para ti.

—Yoongi-

—Por favor, Jimin. —Pero este no lo dejaría tranquilo—. No me harás decirte lo perfecto que eres haciéndolo otra vez, ¿o sí?

Jimin abrió sus ojos de golpe, silenciando todo en su mente.

—Nunca... —Lo miró enseguida—. Nunca me lo has dicho.

Yoongi se removió en la banca. Seguía hablando de más.

—Bueno... lo eres.

Y tal vez hubiera caído más en la vergüenza si no se hubiera concentrado nuevamente en esos ojos caramelos, que parecían desconcertados hacia él.

Joder, Yoongi estaba en problemas, en serios problemas.

—Ustedes no paran de esconderse, ¿verdad?

La voz de Taehyung hizo que las miradas se apartaran al igual que sus cuerpos porque se habían acercado más de lo necesario.

Yoongi no entiende por qué se siente tan nervioso y enojado con ese pelirrojo por entrometerse en donde no lo llaman, aunque todo eso se queda de lado ante la mirada punzante de Jungkook al costado de su novio. Él está analizando cada uno de sus movimientos, lo puede notar desde hace semanas.

—TaeTae. —Pero de nuevo, su atención regresa a Jimin—. Nadie se está escondiendo, solo quería estar aquí.

—Con Yoongi-ssi. —Taehyung arquea una de sus cejas con diversión.

—Él solo vino a molestarme.

El sonrojo en las mejillas de Jimin hizo sonreír a Yoongi por unos instantes.

—Así es. —Se vuelve a fijar en la pareja que está detrás de ellos, aunque no tanto en Jungkook—. ¿Pasa algo?

—¡Oh, sí! Venía para proponerles ir a comer unas hamburguesas. —Taehyung mira a su mejor amigo con una suave sonrisa en sus labios—. Minie ama las hamburguesas

Esa es la manera sutil que tenía para decirle que no pasaba nada, que lo hizo más que bien en la audición y que está muy orgulloso de él por su valentía. Y Jimin le agradeció en silencio ese particular modo de consolarlo.

—¿Con doble carne y tocino? —le preguntó con una débil sonrisa.

—¡Con todo lo que quieras!

Y mientras Taehyung lo tomaba de la mano para que se pusiera de pie, Yoongi reprimió otra sonrisa al ver que su rostro se fue relajando gradualmente mientras más avanzaban. Acto que tampoco pasó desapercibido por un callado, pero perspicaz Jungkook. 

Alianza Equivocada | yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora