traerá su recompensa.

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—Te tardaste.

Yoongi estuvo a punto de saltar en su sitio al escuchar la voz de Jimin apenas cerró la puerta de la casa. Él estaba sentado con los brazos cruzados frente a un televisor que ni siquiera estaba encendido.

—Lo siento, pero Jungkook-

—No me interesa —lo interrumpió Jimin con su atención fija en ese televisor—, solo no vuelvas a irte sin avisar.

Yoongi frunce el ceño, mientras avanza hacia él.

—No podía avisarte si Heesoo estaba presente.

—Sí, pero al menos me pudiste haber enviado un mensaje, ¿no crees? —Jimin lo miró con la misma dureza que había en su voz.

Aunque luego de unos segundos, Yoongi notó que su rígida postura se fue desmoronando en el respaldo del sillón. Algo importante había pasado en su ausencia.

Y cuando estuvo por preguntárselo, Jimin empezó a dar leves golpes a su costado.

—Ven —le dijo en un susurro.

Yoongi caminó en silencio hasta su lugar, esperando a que él continuara.

—Heesoo descubrió que todo era una mentira. —El tono de Jimin al hablar era plano, pero el cansancio en su rostro evidenciaba lo desgastante que debió haber sido enfrentar esa situación—. Incluso supo de mi gusto aparentemente no tan secreto hacia los hombres.

Jimin volvió a mirarlo, pero esta vez se tomó el tiempo de apreciarlo más.

—Y estoy seguro de que también sabe sobre nosotros. —Dejó de observarlo con atención. Ahora parecía que estaba hablando consigo mismo—. La conozco... la conozco demasiado bien.

Yoongi tensó sus labios. En parte se sentía responsable de cómo había resultado todo para ellos, pero a la vez no puede evitar pensar que...

—¿Te arrepientes? —le pregunta al buscar su mirada—. ¿Te arrepientes de haberme dado una oportunidad?

Y cuando finalmente la consigue, siente que puede respirar tranquilo otra vez. Los ojos caramelos de Jimin seguían igual de expresivos y brillantes ante él. Mientras no pierdan su fuerza al mirarlo, todo estaría bien.

—¿Tú lo haces?

Para Yoongi era inconcebible que todavía tuviera ese tipo de dudas, pero en vez de señalárselo, aprovechó en acercarse más a él.

—Jamás lo haría —le dijo estando a unos centímetros de sus labios. Jimin no le contestó de forma inmediata ni con palabras. Ya había hablado suficiente.

Y se lo dejó bastante claro tras acortar toda distancia entre ellos, sumergiéndose en un beso que siempre funcionaba como un bálsamo para sus problemas. Al menos así era para Jimin que no tardó en también tomarlo del rostro para apretarlo contra su boca.

Estaba estresado, muy estresado, y en lo único que había pensado cuando Heesoo salió de la casa por unos asuntos urgentes en la agencia, era en Yoongi y en su contacto. Jimin había necesitado esto para no sentirse tan perdido y alejado de la realidad.

Aunque Yoongi aún parecía ser un sueño entre sus labios.

Por eso cada vez quería más y más de él, los besos se volvieron débiles e insuficientes en comparación a todo lo que su cuerpo le exigía. Jimin se inclinó hacia delante, causando que su peso se asentara en el Yoongi, obligándolo a medio acostarse en el sillón. Sus labios apenas se separaron por el movimiento, mientras sus grandes manos se sellaron por encima de sus caderas.

Esa sensación hormigueando sobre su piel fue determinante para su próxima jugada. Jimin empezó a trazar pequeños besos fuera de su boca, lo cual después se convirtió en una serie de lamidas y presiones que se fijaban en el cuello de Yoongi.

Alianza Equivocada | yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora