"¿Por qué es tan difícil querer, siendo tan sumamente fácil desear? Porque en el deseo habla la impotencia, y en el querer la fuerza." ~ Gustav A. Lindner.
Hogar.
Me sentía un completo idiota al haber abrazado a esa mujer, claro que nisiquiera la habia tocado de otra forma, pero estaba muriéndose de hipotermia y mis pocos conocimientos de medicina me habían dicho que darle un poco de calor era la mejor opción.
Sin quererlo me habia quedado dormido mientras ella se abrazaba a mi cuerpo como un mono, jamás creí que mi muñequita aparecería de repente, me habia quedo embobado con ella que nisiquiera fui capaz de separar a la mujer de mi cuerpo. Ver sus ojos de decepción y su ceño fruncido hizo que una parte de mi se quebrara, sentía como si la hubiese engañado pero...
¿Por qué sentía eso? .
Había querido hablar con ella, pero el gorila que habia llegado a la cueva junto con ella me lo habia impedido. Nisiquiera cuando salimos de ese encierro me dirigió la palabra, era como si para ella me hubiese vuelto completamente invisible.
—Coronel, tenga un emparedado para que pueda descansar. —dijo Gladis con una pequeña sonrisa entregándome una bolsa de papel.
—¿Ha visto a la coronel Kim?
—Esta cenando con los capitanes apuestos—murmuró con una sonrisa —Por fin alguien la hizo comer, yo estaba preocupada de que los golpes la desmayaran.
—¿No comió?
—Durante su desaparición ella no hizo nada para cuidarse, nisiquiera se queria curar la herida de su espalda, si no hubiese sido por los capitanes que prácticamente la obligaron a que se curara, seguramente se habría desangrado. Ella estaba muy preocupada por usted.
<<Y tú como idiota abrazando a otra mientras ella se desvivía por salvarte>>
—Entiendo ¿Dónde se encuentran?
—Estan en la carpa de alimentos. ¿Quiere que lo ayude a llegar. —interrogó señalando mi pierna herida.
—Puedo solo—murmuré tomando el bastón improvisado.
Ella se habia negado a cualquier relación conmigo al principio, pero cuando por fin lo habia aceptado yo lo habia jodido completamente. Sí, quizás era egoísta e incluso me estaba comportando como un crio obsesionado, pero el deseo por ella estaba volviéndome completamente loco y dejaba de lado todo rastro de racionalidad.
Caminé con dificultad por la base, todos me saludaban con respetó, el ambiente seguía siendo sombrío por las vidas perdidas, pero se sentía un rayo de esperanza con la llegada de los equipos de rescate.
Llegué a la carpa de alimentos, se encontraba cerrada, pero podía escuchar su dulce voz mientras reía como solo ella sabía hacerlo, sonreí inconscientemente, podía negarlo miles de veces, pero ella estaba despertando cosas en mí que nisiquiera yo estaba seguro de tener.
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Sólo tú. Mi dulce tentación. ©
ActionNo tengo miedo de un ejército de leones dirigido por una oveja. Tengo miedo de un ejército de ovejas dirigido por un león. - Alejandro Magno. . . . Keylani Kim, la perfecta combinación entre tenacidad y sacrificio, la coronel más respetada de toda l...