Capítulo 72.

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Inefable

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Inefable.

"Hay amores tan bellos que justifican todas las locuras que hacen cometer."~ Plutarco

Como siempre lo habia dicho mi madre, como seres humanos siempre debemos disfrutar de las buenas cosas que nos ponga la vida, pues no sabemos en qué momento todo lo que hemos construido se derrumbara y entonces nos daremos cuenta de que esa etapa que creímos era la peor, en realidad era un suspiro del verdadero mal.

Mis padres tuvieron una hermosa historia de amor, una historia que si alguien se atrevía a escribir dejaría una gran huella en el terreno literario o cinematográfico, ellos habían vivido una verdadera historia de novela en donde el verdadero villano había estado a su lado como un pequeño corderito asustadizo, pero ellos habían encontrado la manera de sobrellevar ese villano y lograr el cometido de amarse eternamente.

Ellos eran la verdadera descripción del "tú saltas, yo saltó" del Titanic, pero sin el trágico final donde Rose no podía hacerse a un lado para salvar a Jack, no, mis padres habían creado su propia balsa de amor y se habían lanzado a ciegas a un mar tormentoso, pero no se habían separado de las manos, por más que la olas lucharan con romper su unión.

Siempre desee eso, desee que alguien tuviera el valor de lanzarse conmigo al mar, desee encontrar a alguien a quien no le importará descender al infierno a mi lado o que sostuviera mi mano incluso cuando la tormenta y los rayos amenazaban con hundirnos. Siempre quise eso, un amor como el de mis padres que había superado a dos psicópatas y uno de ellos había resultado ser mi abuelo.

Lo desee siempre, pero me habia encerrado en un mundo donde eso no podía existir en mi vida, me había cerrado a no querer nada que no fuera desprecio y culpabilidad por lo que me habia ocurrido,<< ¿Quién querría un conejito mallugado y con traumas del pasado?>> , no, no me compadecía y yo siempre odie a las personas que se hacían la víctima, sí había pasado por un secuestro y violaciones, pero tuve dos opciones, quedarme en el profundo hoyo de la autocompasión o tomar las riendas del caballo desbocado e ir en contra del bastardo que me había dañado, yo me decidí por la segunda.

Nunca me lancé a ese mar tormentoso, sabía que nadie me sostendría y que posiblemente naufragaría en la isla de la desesperación y la soledad, sabía que no podía arriesgarme a lanzarme y perderme en la tormenta, sabía que podía quedar atrapada en el adiós y que nisiquiera mis padres podrían rescatarme.

Pero eso cambió en el momento que Conall llegó a mi vida, mandando al carajo todo lo que siempre habia tenido presente, después, la llegada de Arniel habia roto cualquier esquema, me habia hecho saber que el amor podía ser dulce y perverso a la vez. Ambos, por separado me habían enseñado a que el amor era algo que podía ser dulce, perverso y arriesgado a la vez, pero extrañamente, sentía que debía llevar un orden para obtener buenos resultados.

Sólo tú. Mi dulce tentación. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora