Capítulo 63.

394 20 20
                                    

Maratón 1/3.

Es sólo nuestro

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Es sólo nuestro.

"Uno ve más demonios que los que el vasto infierno puede tener." ~ William Shakespeare.

Cuando creemos que por fin los planetas se han alineado a nuestro favor y que el destino ha dejado de ser un completo bastardo, la vida nos muestra que nisiquiera hemos sido testigos de la mitad de sus jugarretas. Mi mamá siempre comparaba el destino con un niño berrinchudo, un niño al que le importaba un soberano cacahuate lo que pensaran los humanos, quizás debido a ello era tan odiado por todo el mundo.

La vida es tan impredecible que por más que creemos tener el control, hay situaciones que simplemente por capricho de esta o del destino, se salen de las manos del ser humano. ¿Pero eso es lo que hace divertido la vida? ¿No?

Si viviésemos en un mundo donde todo fuese predecible y ambiguo caeríamos en la desesperación de la rutina, no tendríamos la oportunidad de vivir con sorpresas ni de sentir la emoción de la incertidumbre futura.

Me removí incomoda en la cama, escuchando a lo lejos el incesante y fastidioso sonido de la alarma matutina, la canción de mi cantante favorita llenaba mi habitación de las notas musicales, haciéndome sentir de cierta forma con energía para levantarme.

Me negaba a abrir los ojos, no estaba lista para que comenzase una nueva semana, menos para soportar los arduos entrenamientos que conllevaba nuestra preparación para la misión programada.

Traté de levantarme pero unos fuertes brazos me rodearon con fuerza evitando el movimiento, mi cabeza comenzó a reproducir las imágenes de la noche anterior y todo el fin de semana que había vivido al lado de esos dos hombres.

Sentí un pequeño calambre en mis piernas y no pude evitar que una sonrisa se dibujase en mi rostro, nunca me había sentido de esa manera y de repente está segura de que jamás podría cansarme de ello. No sólo era el ámbito sexual, sino ese calor que inundaba mi pecho y hacia latir con frenesí a mi corazón.

Moví mi mano libre tratando de descubrir donde se encontraba mi celular, sin embargo solo logré tocar el cuerpo de mi segundo hombre. Inconscientemente sonreí al sentir su fuerte pecho bajo mi cabeza, había sido la perfecta almohada después de la última ronda nocturna.

—Alguien apagué ese ruido, estoy empezando a odiar a Katy Perry—gruñó Conall.

Sonreí, descubriendo que él era el que me mantenía atrapada entre sus brazos, impidiendo que pudiese salir de la cama, enterró su rostro en mi espalda y soltó un gruñido de frustración.

Solté una pequeña risa abriendo los ojos, Arniel me miró con una pequeña sonrisa antes de estirarse y apagar la incesante alarma que indicaba nuestra separación, era momento de que todos regresáramos a nuestra rutina diaria y que nuestro caliente fin de semana solo fuese un recuerdo de esperanza para nuestro reencuentro.

Sólo tú. Mi dulce tentación. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora