Capítulo 16.

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"Después de todas las cosas que había visto y por las que había pasado, sabía que las sombras podían ser peligrosas

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"Después de todas las cosas que había visto y por las que había pasado, sabía que las sombras podían ser peligrosas. Podían tener dientes". ~ Stephen King

Él... regresó...

Cuando piensas que toda tu vida está tomando un rumbo tranquilo, en donde el pasado parece dejar de afectarte, siempre se debe estar preparado para las tormentas que puedan ser creadas de un momento a otro, tormentas que provienen del huracán que creíste haber dejado en el olvido.

Mi madre siempre me decía que el mundo está compuesto por casualidades y momentos en los que siempre hay dos alternativas, donde puedes dar la cara y enfrentar el problema u ocultarte en los pasadizos profundos de tu mente, encerrada en una realidad que simplemente es inexistente.

Habíamos estado todo el fin de semana encerrados en su habitación, en todo nuestro fin de semana apenas habíamos tenido tiempo para alimentarnos tres veces al día o dormir más de dos horas seguidas, no podíamos pasar más de diez minutos despiertos sin parecer un par de enfermos sexuales. Incluso en la noche, nos despertábamos sólo para volver a sentir el placer carnal de tenernos desnudos, sudando y gimiendo nuestros nombres.

Él me habia enseñado lo que realmente era ser sumisa y ¡Joder! Me había encantado, sentir que él me dominaba en todos los sentidos se había convertido en una nueva jodida adicción, sin embargo, como el contrato que habíamos firmado lo demandaba, como su sumisa también me mimaba después de nuestras largas sesiones, era algo simplemente diferente al sexo convencional.

Claro que en el contrato también habíamos pactado tener sexo "Normal", sin tener que usar cuerdas o demás cosas para el placer, simplemente teniéndonos cuerpo a cuerpo, disfrutando del placer de ser marcados por el otro.

—Caminas como un pato—se burló Conall mientras salíamos de su edificio.

Solté una carcajada golpeando su brazo cariñosamente.

—No caminaría como un pato si alguien no me hubiese follado como un maniático toda la noche—bromeé.

—Eres adictiva, yo te lo dije—aseguró con una sonrisa ladina besando mis labios —Iremos a desayunar y después a la base ¿Te parece bien el plan o quieres comer en la cafetería?

—Aunque amo los wafles de la cafetería, esta vez te aceptaré el desayuno, quiero que pase un poco más de tiempo para no llegar caminando como si me acabo de bajar de un caballo—jugueteé.

Sólo tú. Mi dulce tentación. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora