"Pensar no va a superar el miedo, sino la acción. "~W. Clement Stone
¿Qué paso ayer?
A veces, la vida no es como creemos que es, los sueños se vuelven los más grandes anhelos de nuestro inconsciente reflejados en la única manera en la que se materializan los pensamientos ocultos.
El tiempo perdió sentido, la habitación se llenó de gemidos roncos de ellos y gritos agudos de mi parte, sus embestidas eran al unisón, en cada intromisión sentía que me desmayaría de tanto placer provocado. Acostumbrarme fue demasiado fácil sintiendo sus caricias y nisiquiera era consciente de las jodidas reglas morales, se habían ido al carajo desde el primer momento en que me había convertido la presa de esos dos sementales.
Tener a ambos hombres siendo unas jodidas bestias era la mejor sensación del mundo y estaba segura de que ambos serían mi maldita perdición.
Cuando pensaba que las cosas se iban a poner aún más intensas...
Abrí los ojos sintiendo el sudor bajar por mi frente, la colcha que había utilizado para no morir de frio se encontraba pegada a mi cuerpo hirviendo. Tragué saliva descubriendo que mi piel se encontraba completamente roja por el jodido sueño que había tenido, una fantasía tremendamente inmoral.
Traté de espabilar el sueño, sintiéndome la mujer más promiscua por tener pensamientos tan pecaminosos, mi intimidad se encontraba tan mojada que estaba segura parecía una jodida alberca olímpica.
—Vaya sueñito, Keylani— me reprendí con furia.
Me puse de pie trastabillando, apagué la alarma que habia cortado mi candente sueño y salí de mi oficina corriendo prácticamente a mi baño para poder tomar una relajante ducha.
Me adentré a mi habitación, viendo a los dos hombres que habían provocado mi húmedo sueño, ambos estaban roncando mientras tenían las colchas enredadas en sus perfectos cuerpos. Traté de ignorar las sensaciones que despertaban en mí, no podía permitirme seguir pensando en ellos como lo estaba haciendo, uno era mi novio y el otro un hombre casado, no podía imaginármelos como en mis jodidas fantasías.
Entré a la ducha regulando el agua y me interne dentro de la caída de ese liquido refrescante. No tenía mucho tiempo, debía llegar a la base lo más temprano posible para poderme poner al corriente sobre todos los trabajos que teníamos pendientes.
Me enjaboné rápidamente, dejando que mi piel se llenase del delicioso aroma a fresas silvestres. No me detuve a pensar en lo que había ocurrido en mis ultimas duchas, debía controlar mi deseo para poder concentrarme en las labores del día, tallé mi cabello con delicadeza tratando de espabilar mis pensamientos y deseos.
El agua recorría mi cuerpo quitando la ligera capa de sudor que se había formado por el candente sueño, terminé de limpiar mi cuerpo a la perfección, colocándome mi gel de baño para mantenerme fresca durante mi ajetreado día.
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Sólo tú. Mi dulce tentación. ©
ActionNo tengo miedo de un ejército de leones dirigido por una oveja. Tengo miedo de un ejército de ovejas dirigido por un león. - Alejandro Magno. . . . Keylani Kim, la perfecta combinación entre tenacidad y sacrificio, la coronel más respetada de toda l...