Capítulo 06

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"No es el sexo lo que nos da placer, sino el amante."~ MARGE PIERCY

Nasit, tierra del olvido y la tentación.

Sentía el ardiente calor sobre mis mejillas y el sudor resbalando por mi frente, mi respiración se encontraba tan agitada que incluso sentía que me faltaba el aire en cada flexión que realizaba. Cada célula de mi cuerpo me ordenaba descansar después de las tres horas de entrenamiento diario, pero sabía que eso no era posible.

Mis piernas me dolían como nunca, estar a 48 grados era una tortura, el clima eran tan caluroso que era imposible permanecer sin tomar agua más de dos jodidos minutos y ni qué decir del sol, estaba segura de que regresaría más bronceada que una zanahoria.

Aunque mi relación con Conall no habia mejorado mucho, por lo menos podíamos ponernos de acuerdo para saber si desayunar tarántulas o alacranes, que posteriormente nos encargábamos de lanzarnos uno al otro con palabras envenenadas.

Nos habíamos hecho enemigos de película, nos veíamos y toda la base sabía que habría guerra, yo habia tratado de ser calmada con él, habia tratado de mejorar mi relación para conservar mi puesto, pero él cada momento que pasaba, se encargaba de comportarse como el más grande idiota de la tierra. Nisiquiera leía los informes de los subordinados y se pasaba por los codos las ordenes que nos llegaban a la base principal en Nasit.

—¿Cuál es el itinerario para hoy? —pregunté al chico que me informaba de todo lo que ocurría en la base.

—El equipo médico realizara pruebas sanguíneas a los niños que merodean la zona, si gusta puede acompañarnos, el coronel Harrison estará ahí.

—La base explotara si los dos estamos en un mismo lugar. —me burlé, el hombre soltó una pequeña risa.

—Ustedes hacen una buen equipo, si resolvieran sus diferencias, todos en la base creemos que serían los próximos ministros.

—Eso ni volviendo a nacer ocurrirá—contesté limpiando el sudor de mi frente. —¿Ya trotaron o puedo unirme a ustedes? — pregunté señalando a la tropa que recorría los campos de la base.

—Adelante, coronel. Es un honor que se una a nuestras filas.

Asentí siguiendo al hombre, todos al ver que me acercaba se detuvieron, parando completamente sus movimientos, con el característico grito "Buenos días, coronel", me limité a asentir, colocándome detrás del líder de la tropa.

Todos comenzamos a trotar por toda la base, podía agotar mi cuerpo con ejercicio y asi no me quedaban ganas para discutir con el idiota del coronel Harrison, solo iban dos semanas en aquel lugar pero era el peor dolor de cabeza del mundo, era tan terco, tan obsesivo, bastardo y sexi que era imposible estar a un par de metros de él sin sentir que se despertaba el deseo en mí.

Sólo tú. Mi dulce tentación. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora