Capítulo 66.

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"El de es parte fundamental del capital de humanas, pero su función debe ser la reflexión, la modificación de conductas personales y sociales, pero para nada constituirse en un freno de la dinámica vital."~FRANZ KAFKA

Control.

Es cierto que la vida nunca nos da lo que queremos, nos muestra lecciones que marcan nuestras vidas y que de una u otra forma nos conectan con nuestro interior. Sin embargo, hay algunas veces en donde a la vida se le ocurre jugar al ajedrez y nos da una pequeña probadita de lo que es capaz de hacer con nuestros sentimientos.

Creemos que la vida es injusta, pero con el tiempo aprendemos que nunca nos dará lo que queremos, sino lo que necesitamos en el tiempo indicado, justo cuando estamos preparados para obtenerlo.

Key era la precisa descripción de eso para mí, era lo que había llegado a iluminar mi vida de preciosos tonos rosados y había llegado en el punto justo en el que la necesitaba, sí, quizás nuestra historia tenía cientos de altibajos que realmente debían ser considerados más rudos que atravesar el amazonas con una pierna rota, pero tenerla nuevamente entre mis brazos era la mejor compensación del mundo.

Si más personas conocieran la relación que habíamos decidido tener, seguramente me juzgarían como loco a mí por conformarme con compartirla para volverla a tener entre mis brazos, pero a decir verdad aquello no me importaba en lo más mínimo, sabía que para Arniel sentía lo mismo que yo, que la amaba con todo su corazón.

La semana en la que ambos habíamos estado sin ella había sido un infierno compartido, donde el simple hecho de escuchar su voz era un pequeño curita que aliviaba las heridas de nuestros corazones.

Ella era lo único que nos hacía sentir bien, lo que alegraba a nuestros corazones y que nos hacía sentir vivos después de la profunda oscuridad en la que nos habíamos sumergido a lo largo de nuestras vidas.

Key era nuestra dulce tentación, nuestro perfecto infierno y nuestra amada salvación, era nuestro todo y lo único que necesitábamos para vivir. Nuestra Key hacía que una simple sonrisa iluminase el lugar más oscuro, su hermosa risa llenaba de color los días más grises y lluviosos que podían existir, su presencia era el rayo de luz que esclarecía nuestros días.

Ella era quien había llegado a descolocar toda mi vida, me había hecho caer en un pozo lleno de emociones desconocidas, pero que extrañamente se encargaban de llenar mi corazón de un inigualable sentimiento de satisfacción.

No definiría nuestra relación como "compartir a una chica", Key no era un objeto a que pudiésemos partir a la mitad y quedarnos cada uno con la parte que quisiéramos, era más bien, compartir nuestro amor por ella, entregarnos completamente a ella y lanzarnos a ese pozo desconocido de emociones que nos llenaban de satisfacción.

Key era más que todo lo que habíamos vivido en nuestros largos años y aunque no era la primera vez que ambos estábamos con una misma chica, sí era la primera vez que ese sentimiento nos sobrepasaba y las ganas de que una chica fuese nuestra llegaba a niveles extremos al grado de ser capaces de sacrificar todo o descender al infierno por ella.

Sólo tú. Mi dulce tentación. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora