"La gloria no consiste en no caer nunca, sino más bien en levantarse las veces que sea necesario"~Mario Benedetti
Bajo temblor.
Sin poder hacer ningún movimiento, Conall me tomo de la mano ocultándonos a ambos bajo la mesa, todo el suelo bajo nuestros pies se sacudió con tanta potencia que era imposible permanecer en una sola posición incluso en cuclillas, los gritos aterradores y el sonido ensordecedor de las paredes al moverse como gelatinas, causaba que todo el escenario pareciese sacado de la más horrible película de terror.
—¡El triángulo de la vida! — grité señalando el pilar frente a nosotros.
—¡No soportara! Es un terremoto más de 8.5.
Observe con cautela todas nuestras opciones, en definitiva, quedarnos bajo la mesa no era una opción, como soldados sabíamos que ese era uno de los errores que podían costarnos la vida. Señalé la estructura metálica que sostenía el segundo piso de la bodega primaria, no era demasiado grueso pero serviría para protegernos a ambos en caso de que se derribara la construcción.
—¡La estructura metálica!
—¡Esta demasiado lejos, no llegaremos!
—Si no lo intentamos de todas formas moriremos aplastados—grité señalando el pilar que se cuarteaba por las sacudidas de la tierra.
—¡Sujeta mi mano!
No teníamos tiempo de discutir, tomé su mano con decisión y ambos salimos corriendo de debajo de la mesa. Sentía mis piernas acalambradas por la vibración que era provocada en las feroces sacudidas del suelo, las rocas de la construcción sobre nuestras cabezas poco a poco comenzaban a caer sobre la bodega, acabando con las pocas reservas de comida que nos quedaban.
Conall me envolvió con sus brazos, recibiendo una roca directamente en su espalda, soltó un gruñido desgarrador, sin embargo, eso no nos detuvo para seguir corriendo hacia el lugar que seguramente nos salvaría la vida. Ambos nos protegimos bajo la estructura metálica mientras el edificio se derrumbaba frente a nuestros ojos, me abracé a su pecho aferrándome en busca de seguridad y rogando al ser superior que nos librara de la muerte.
No pude evitar las lágrimas que salían de mis ojos, la impotencia y la rabia me consumían y llegué a pensar que se trataba de un jodido castigo divino por ser tan golfa. Conall cubrió mis oídos como si de esa manera evitara el ataque de pánico que me envolvía, no queria morir.
—¡No quiero que lo que sea que tengamos termine! —grité aferrándome a su pecho, dejando escapar lágrimas de mis ojos.
—¡Ni yo! —contestó aprisionándome aún más contra su cuerpo. —No quiero que el deseo que te tengo termine—murmuró sobre mi oído.
<< ¿Enserio estas pensando en esto cuando tu vida puede acabar en cualquier minuto?>>
Gruñó mi subconsciente.
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Sólo tú. Mi dulce tentación. ©
AkcjaNo tengo miedo de un ejército de leones dirigido por una oveja. Tengo miedo de un ejército de ovejas dirigido por un león. - Alejandro Magno. . . . Keylani Kim, la perfecta combinación entre tenacidad y sacrificio, la coronel más respetada de toda l...