Capítulo 51.

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"Deja que el pasado esté contento consigo mismo, ya que el hombre necesita del olvido y de la memoria

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"Deja que el pasado esté contento consigo mismo, ya que el hombre necesita del olvido y de la memoria." ~James Stephens.

Maratón fin de año 1/5.

El presente del ayer.

Como seres humanos tenemos un pasado, un pasado histórico, familiar o social, un pasado que nos marca y que muchas veces ocultamos de las personas que amamos temiendo que estas puedan huir al conocer al monstruo que se encuentra bajo la piel de un cordero.

Miré a la hermosa mujer que dormía a mi lado, era hermoso gatito respirando con tranquilidad y suavidad, parecía que nada la atormentaba y yo deseaba que asi fuera, odiaba ver sus ojitos llorosos y su labio inferior temblando de temor, odiaba no poder encerrarla en una burbuja para protegerla de todo.

Regresé la mirada al libro, perdiéndome un poco entre las líneas poéticas, comparando la hermosa descripción de la Diosa Venus con mi pequeña Key, mi hermoso ángel de ojos verdes y cabellos negros como la noche.

Ella era la mujer más fuerte y valiente que había conocido, era tan perfecta que no se doblegaba ante nadie, pero sabía que su pasado era su único gran tormento, lo único que la hacía bajar la guardia al nivel de vulnerabilidad, ese tormento capaz de destruir por completo las barreras que ella habia construido para protegerse de sus recuerdos.

Deseaba estar para ella en todo momento, verla tan vulnerable sacaba de mi un instinto sobreprotector capaz de poner de rodillas al mismísimo satanás y claro que estaba dispuesto a todo por ella, incluso a alejarme por protegerla de mi propia oscuridad, la oscuridad que no solo me perseguía a mí, sino a Conall.

Era consciente de que para ella yo era el peor hombre que pudiese existir, era un monstruo que no merecía más que desprecio y odio, pero cuando ella me miraba a los ojos... mi pasado y malas decisiones desaparecían del radar, volvía a ser ese estúpido niño de diecisiete años que solo pensaba en emborracharse con su mejor amigo después de una larga semana de entrenamiento, no un maldito y bastardo ser.

—No...No...— Balbuceó entre sueños interrumpiendo mis pensamientos.

Dejé a un lado el libro que estudiaba y enfoqué mi vista en mi pequeña princesa que parecía temerosa por una pesadilla.

Key se tensó, soltando un pequeño gemido lastimero y apretando con fuerza sus preciosos ojos.

Toqué con delicadeza su brazo pero su reacción fue completamente diferente a lo que creía, se llevó las rodillas al pecho y pequeñas lagrimas comenzaron a bajar por sus mejillas, balbuceaba cosas inentendibles mientras sollozaba enroscándose como un gatito miedoso.

Me enderecé encendiendo la lamparita que se encontraba sobre mi cabecera para iluminar la habitación, tratando de que la luz pudiese tranquilizar la pesadilla que seguramente habia arruinado sus hermosos sueños.

Sólo tú. Mi dulce tentación. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora