Capítulo 29.

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"Los que han sufrido entienden el sufrimiento y por tanto extienden su mano" ~ Patti Smith

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"Los que han sufrido entienden el sufrimiento y por tanto extienden su mano" ~ Patti Smith.

Alaska

La vida muchas veces es tan voluble, que un simple deseo puede ser concedido en un arranque de ira del destino. La vida humana es tan frágil que la fortaleza no es más que una palabra, la vida puede terminar en segundos y desgraciadamente, como humanos no podemos hacer nada para controlarlo ni detener el curso del tiempo.

Por fin había llegado la noche de la misión, había sido una semana tan exhaustiva que todos nos encontrábamos agotados, pero felices porque sabíamos que todo terminaría al final de la noche y que podríamos descansar. Mi relación personal con Conall empeoraba a cada minuto, pero por lo menos nuestra labor no se estaba viendo afectada, coincidíamos en la mayoría de las cosas dentro de la construcción de estrategias.

Trataba de hacer como si nada ocurriese, pero mi corazón se sentía herido y dolía no poder gritar a los cuatro vientos lo que estaba ocurriendo. Me quemaba por dentro no poder pasar las noches con Conall ni abrazarlo cuando algo nos salía bien, pero sentía que de esa forma estábamos mejor, no nos desconcentrábamos por el deseo que nos invadía y podíamos empeñarnos en nuestro trabajo como agentes.

—Coronel, los equipos se encuentran abordando los ferri...—afirmó Jerry.

Caminé al lado de Archie quien vestía como un verdadero guardaespaldas, él en pocas palabras sería en "Cadenero" estaba encargado de cerrar las puertas en caso de que algo saliera mal y todos quedáramos descubiertos.

—Usted entrara junto con Giancarlo, estarán encargados de la zona norte. Cuando la lucha empiece usted será la que puede ingresar dentro del sótano, es la que mejor puede hacer el trabajo de infiltrarse sin ser detectada.

—Entendido, ¿Harrison ya está listo?

—Presentimos que se dejara golpear como saco de papas, quizás que usted hable con él sea de ayuda...Te necesita—susurró las últimas dos palabras.

—Encárgate de distraer a todos.

Él asintió enanchando una sonrisa, parecía cupido sin alas, con barba y ojos negros. Era el principal fan de que Conall y yo estuviésemos juntos eso de alguna manera era un alivio a mi corazón, si nosotros no podíamos volver a estar juntos habría alguien que siempre se encargaría de recordarnos lo que vivimos.

—¡Tienes que concentrarte!

—Cállate Vallarelli—gruñó.

Su frente se encontraba sudada y su labio inferior partido, estábamos en la base principal de Canadá, a menos de un par de horas de nuestra misión. Conall bufaba golpeando con fuerza el costal inteligente que le regresaba los golpes, los cuales terminaban en su estómago o golpeando directamente en su bello rostro.

Sólo tú. Mi dulce tentación. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora