"De las cenizas se despertará un fuego, brotará una luz de las sombras". ~ J. R. R. Tolkien
Posledniy ad.
30 de julio, 20:50 hrs.
Bosque boreal de Dvinsky, Rusia.
Cuando el destino predispone algo, no hay ser capaz sobre la tierra que pueda detenerlo. La vida del ser humano es tan frágil que no nos damos cuenta de eso, no tenemos idea del momento en que tendremos que decirle adiós a quien amamos o cuando tendremos que soltar esa cuerda que nos mantiene seguros a la bahía, pero así es de complicado.
—Está en Shock—murmuró el ministro con los ojos llorosos al escuchar a su pequeña, quería verla y estrecharla entre sus brazos, pero no podía hasta tenerla a salvo—. Llévenla al helicóptero, Harrison los espera—ordenó por el intercomunicador.
—Copiado, ministro—murmuró Archie.
—Estamos aquí, mi amor—murmuró la ministra con un hilo de voz.
Claro que Arisbette y Hunter querían mandar todo a la mierda y estrechar a su hija en un fuerte abrazo que uniera todos los pedacitos de su corazón, pero no podían tener momentos tan íntimos de rencuentro considerando que habían despertado la furia de cada maldito clan perteneciente a la unión Italia-Rusia. Ellos estaban corriendo por otro sendero, distrayendo a los bastardos que los perseguían, necesitaban distraerlos para que su pequeña saliera a salvo de ese lugar.
Keylani seguía creyendo que todo era producto de su imaginación, sin embargo, no podía romperse con una simple ilusión, ella no tenía idea que todo era real, creía que su cerebro le estaba jugando una broma para darle fuerzas de continuar. Así que la coronel que habia escapado de las garras de Schiavone salió a la luz, más fuerte que nunca.
—¿Qué hacen aquí? —preguntó.
Si su cerebro estaba jugando con ella, se aseguraría de que ese juego sirviera para darle fortaleza.
—Vinimos por ti—aseguró Conall con una sonrisa.
—Solo por ti—confirmó Arniel—, no hay tiempo de explicaciones... debemos irnos lo más pronto posible.
—¿A dónde?
—Dos kilómetros al sur—contestó el ministro por el intercomunicador.
—Seguramente piensa que es una ilusión—explicó la ministra—. llévenla al sur, ahí nos encontraremos en unos minutos.
—Un helicóptero nos espera—murmuró Conall —. Sé que estás pensando que es una ilusión, pero no lo es, vinimos por ti y te llevaremos a casa.
Keylani no podía creerlo, pero no tenía otra opción. No dijo nada, no preguntó más, sólo corrió con tantas fuerzas que sus piernas fallaban, no le importaba nada más, solo quería estar a salvo y si la ilusión de sus hombres le daba eso, no perdería el tiempo convenciendo a su cabeza que era un espejismo.
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Sólo tú. Mi dulce tentación. ©
ActionNo tengo miedo de un ejército de leones dirigido por una oveja. Tengo miedo de un ejército de ovejas dirigido por un león. - Alejandro Magno. . . . Keylani Kim, la perfecta combinación entre tenacidad y sacrificio, la coronel más respetada de toda l...