Capítulo 05.

1.2K 68 23
                                    


El castigo.

La vida nunca es como la pensamos, una pequeña decisión puede cambiar cosas que nisiquiera creías podría afectarse, bien dicen que el aleteo de una mariposa en Brasil puede repercutir en un tornado en Rusia

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La vida nunca es como la pensamos, una pequeña decisión puede cambiar cosas que nisiquiera creías podría afectarse, bien dicen que el aleteo de una mariposa en Brasil puede repercutir en un tornado en Rusia.

Me sentía idiota por haberme dejado besar por el bastardo de Conall, nisiquiera podía concentrarme en el momento en el que nuestro convoy avanzaba hacia el punto donde capturaríamos al objetivo, era una misión sencilla, sin ninguna dificultad, en realidad nisiquiera necesitaba planificación

Pero sentía que era la más difícil que habia enfrentado en toda mi carrera, nisiquiera haber acabado con los alcatraces había implicado tanta dificultad. Tenerlo frente a mí, mientras la camioneta avanzaba, era perder completamente la concentración en mi objetivo, cada que nuestras miradas se cruzaban era una descarga eléctrica que aterrizaba en mi punto más sensible.

<< ¿Por qué carajos tenía que besarme? >>

Me pregunté a mí misma adentrándome en una pelea mental.

<< ¿Y tú por que le correspondiste? Pudiste haberlo alejado, pero lo besaste como toda una perra desesperada>>

Regañé.

¡Carajo! Yo habia correspondido su beso y lo peor de todo era que, ¡Lo habia disfrutado!

—Coroneles, nos acercamos al objetivo, hay tres camionetas cuidando al hombre.

—Inmovilícenlos— ordené.

—A la orden Coronel.

—Creí que ambos debíamos autorizar un movimiento—murmuró cruzándose de brazos.

Rodeé los ojos, no estaba para sus berrinches.

Me quede viendo por la ventana de la camioneta, como los agentes de la IISMF inmovilizaban a los custodios de nuestro objetivo, sin un solo altercado, los desmayaron y metieron dentro de las camionetas que rodeaban al hombre, haciéndose pasar ellos por los guardaespaldas.

—Coronel Kim, está libre para que se infiltren, el objetivo se encuentra dentro.

—Entendido, vamos en camino —contesté. —Yo entraré y distraeré al hombre, cuando lo saque del restaurante, tú realizaras el arresto, no antes, puede escapar. ¿Entendido?

—Si tú lo dices—contestó con desinterés.

Rodeé los ojos sin hacerle caso, se estaba comportando como un completo idiota, ¡Me habia besado! Y todavía se atrevía a hacerse el digno.

Idiota.

Bajé de la camioneta, haciéndome pasar por una cliente más en el restaurante en el que se encontraba, habíamos esperado que se acercara a la ciudad blanca como era conocida, todo era sencillo, no necesitábamos hacer alboroto y mucho menos disparar sin sentido, habíamos acabado con sus guardias y la policía no podía intervenir si nada llamaba su atención.

Sólo tú. Mi dulce tentación. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora