Capítulo 08.

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"La memoria es el único paraíso del que no podemos ser expulsados

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"La memoria es el único paraíso del que no podemos ser expulsados." ~ Jean Paul


Disciplina.

El tiempo corría a contra reloj, me temblaban las manos mientras trataba de no matar al primer paciente que tenía frente a mí, por el auricular podía escuchar las reprimendas del General a Conall, quien se habia arriesgado a apostar todo, sentir que el había puesto su confianza en mi medaba la seguridad que me faltaba.

—Bisturí—pedí extendiendo la mano.

La enfermera me lo entrego con cautela, suspiré apuntando la cuchilla a la parte del abdomen dañada, debía abrir su vientre para realizar la anastomosis que le salvaría la vida. — o que por lo menos eso esperaba que ocurriese. —

—Coronel, tiene una cicatriz en el lado superior izquierdo pero en el historial médico...

—Les dije que el historial médico de un paciente VIP nunca es correcto—murmuré mirando al hombre con seriedad— Encárguense de realizar un electrocardiograma al finalizar con la cirugía. —Ordené.

No podía perder al paciente, no podía dejar que muriera en mis manos. Esa era la parte más ilógica de ser soldado de la IISMF, en mis manos tenía el poder de arrebatarle la vida a los criminales más infernales de la tierra pero a la vez en mi juramento habia prometido salvar la vida de miles de personas aunque la mía estuviese en riesgo.

—Comienzo con la cirugía de anastomosis. Informen al coronel Harrison. —murmuré acercando el Bisturí al paciente.

La sangre comenzó a salir a borbotones de la herida, pero no sentí pánico, continue con mi labor tratando de salvarle la vida a ese hombre tan importante del medio oriente. Mi corazón latía frenéticamente mientras trataba de controlar los propios nervios que me invadían, sobre mi espalda se encontraba no solo la vida de ese hombre sino la paz mundial. Gran trabajo, ¿no?

—Está perdiendo mucha sangre. —informó la enfermera.

—Realicen una transfusión de diez unidades de glóbulos rojos—ordené.

—Van a matarnos—murmuró uno de los médicos en preparación. —Esta perdiendo mucha sangre, va a morir.

Deje el bisturí a un lado enfocando mi mirada en el idiota pelirrojo frente a mí. El hombre temblaba de pies a cabeza, se encontraba viendo al paciente sin mover un solo dedo causando mi desesperación y llenando el vaso de la intolerancia.

—Si van a estar quejándose, largo de mi quirófano, no quiero a personas pesimistas que jodan la cirugía—gruñí concentrándome en el paciente —Si vuelvo a escuchar una queja más, todos se largan del quirófano y quedan exiliados de la IISMF ¿Quedo claro?

—Si, Coronel—contestaron todos al unisonido.

—Enfermera, necesito que prepare el material de sutura interna. —ordené. —¿La materia fecal fue expulsada? — pregunté.

Sólo tú. Mi dulce tentación. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora