Capítulo 58.

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"Amor libre significa amar sin obsesión, amar sin perder la propia identidad, amar sin miedo a la pérdida y amar pudiendo pensar, sentir y actuar con autonomía."~ Walter Riso

Ellos.

La vida es tan caprichosa que siempre nos pone en los caminos más complicados y llenos de baches para jactarse de los errores que cometemos al tratar de superar sus pataletas. La vida solo puede compararse con un bebé deseoso de biberón a las tres de la mañana, le encanta descuadrar nuestro sueño por un simple berrinche.

Mi madre siempre me decía que si queria mantener el control de mi vida, nunca debía ceder ante las pataletas de esta, pues ella había probado en carne propia el dolor que significaba ceder ante los caprichos de la vida y el destino. Me había hablado de la bondad de corazón y que el amor era la más grande fuerza en el universo, tan grande que incluso podía derrotar a un ejército dirigido por una psicópata.

Pero ella no me habia advertido sobre el corazón y los berrinches que él hacía, no me habia dicho que el corazón podía enamorarse de dos personas a la vez y encapricharse por tenerlos a ambos protegiéndolo con una espada inquebrantable. No me habia dicho que aunque fuese una militar, el corazón seguiría sintiéndose atraído por dos jodidos adonis.

Marlen salió del baño después de quince minutos, luciendo un hermoso vestido de seda con cuello de tortuga y una falda a las rodillas.

—¿Tú? ¿Vistiendo recatadamente?

—Estoy jugando un juego con Jacob ¿Quieres que te lo cuente?

—Por supuesto que no, no quiero escuchar sus perversidades o juegos de roles, prefiero mantener mi mente estable y sin pensamientos desagradables—aseguré risueña.

Le sonreí tomando el pequeño bolso de pedrería negra y una larga correa de oro de 18K, un hermoso regalo que mi madre me habia hecho en mi cumpleaños anterior. Debía aceptar que amaba presumir los ostentosos regalos de mis padres y aunque me negara, amaba la atención que recibía en la gran ciudad por el simple hecho de mencionar mis apellidos.

—¡Luces como una Diosa! Esta noche vas a causar muchas, muchas erecciones. Estoy muy muy segura.

—No exageres—murmuré riendo —. Sólo es un vestido, nada del otro mundo.

—Querida, no es el vestido el que resalta, eres tú y tu espectacular cuerpo de Diosa del olimpo, estoy segura de que todas estan mirándote con envidia desde sus nubes celestiales, hasta la Diosa Rea.

—Mar, nada de lo que dijiste en esa frase tiene sentido—me burlé soltando una carcajada —. Rea era una titánide.

—Como sea—aseguró riendo —. Eres más hermosa que cualquier Diosa o titinaide.

Sólo tú. Mi dulce tentación. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora