Capítulo 14

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"Los deseos son como los peldaños de una escalera: cuanto más asciendes, menos seguro te encuentras

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"Los deseos son como los peldaños de una escalera: cuanto más asciendes, menos seguro te encuentras." ~Arturo Graf.

El Contrato.

A veces la vida es compleja de comprender, nos pone en lugares que son difíciles de explicar y en puntos de la existencia que suelen ser una constante tortura a nuestros ideales o a lo que teníamos planeado en nuestro futuro, sin embargo, eso es lo que mantiene la amenidad de la cotidianidad.

Esa "bestia "era capaz de provocarme tanto placer que hacía que mi cuerpo experimentase orgasmos con su simple cercanía. No me importaba lo prohibida o lo pecaminosa que podía llegar a ser la calentura que desbordábamos en la cama y que nisiquiera horas de placer, eran suficientes para controlar el deseo insatisfecho.

Su cuerpo encajaba perfectamente con el mío y estaba segura de que no había tenido noche tan magníficamente placentera, los mimos después de la agitada noche habían sido tan excitantes que habían sido acompañados por otra candente sesión.

Cuando el sol se asomó por el horizonte, terminamos completamente rendidos sobre las colchas revueltas y manchadas de placer. Conall recostó mi cabeza sobre su fuerte pecho rodeando con su brazo mi espalda.

Sentía que cada musculo de mi cuerpo me dolía, estaba segura de que nisiquiera los entrenamientos extremos del general Avery eran tan cansados como había sido la noche anterior con ese jodido semental entre sus sábanas

Me quemaban mis muslos y glúteos, era una ardiente sensación, dolorosamente placentera. Mis caderas y mi cintura parecían haber realizado mil flexiones de golpe, me dolían tanto que el simple hecho de respirar causaba que de mi boca se escapasen gemidos y gruñidos. Mis extremidades superiores no eran la excepción, sentía adoloridos mis pechos, mis brazos; mi cuello ardía en señal de las marcas que seguramente me había dejado y sentía mis muñecas adoloridas por la forma en que había sido sometida.

No quería moverme ni un solo centímetro, quería permanecer en esa posición hasta recuperar mis energías agotadas en la noche anterior. Mi cuerpo parecía encontrarse tan adormilado que me era difícil asimilar todo lo que había ocurrido.

Abrí los ojos sintiendo la luz golpear mi rostro, me giré buscando un poco de oscuridad para seguir durmiendo hasta que la cama me tirase de ella, sin embargo, al dar la vuelta, unas enormes manos me impidieron el movimiento, sosteniéndome en mi lugar.

Todo rastro de sueño y de resaca desapareció cuando las imágenes de la noche anterior taladraron mi cerebro como una jodida película. Recordé a Conall sobre mi embistiendo mi cuerpo con frenesí, cada poro de mi piel embriagándose del sudor que era provocado por el acto y su aroma inundando mi cuerpo después de una relajante ducha.

¿Cómo habia aceptado un jodido contrato por el simple hecho de tenerlo para mí?

¿Tenía una especie de enfermedad mental como para precipitarme a aceptar condiciones extremadamente ridículas, con tal de tenerlo entre mis piernas?

Sólo tú. Mi dulce tentación. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora