No tengo miedo de un ejército de leones dirigido por una oveja. Tengo miedo de un ejército de ovejas dirigido por un león. - Alejandro Magno.
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Keylani Kim, la perfecta combinación entre tenacidad y sacrificio, la coronel más respetada de toda l...
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"El amor, después de todo, no es sino una curiosidad superior, un apetito de lo desconocido que te empuja a la tormenta, a pecho abierto y con la cabeza adelante". – Gustave Flaubert
17 de julio, 21 hrs.
Regresa.
A veces, cuando ves que la vida pasa frente a tus ojos o que esta misma acabo con la persona que más amabas en la tierra, te das cuenta de que nada tiene sentido y que realmente ese viejo proverbio de nacimos para morir, es realmente una ley de vida.
Cuando era pequeño, mis padres me abandonaron como si fuese un pedazo de basura sin sentimientos, me dejaron abandonado a mi suerte y si no hubiese sido por mis abuelos y mi tío Kennett, mi vida hubiese sido el peor infierno. Sí, crecí con traumas que me llevaron a las malditas adicciones y a la vez, me había convertido en el demonio que siempre había jurado destruir.
Sin embargo, con la llegada de Key a mi vida, todo, absolutamente todo cobro sentido y de repente ya no fui ese bastardo prepotente que quería el mundo en sus manos, no fui más ese hombre que necesitaba causar dolor para sentir placer o el hombre que pisoteaba a todo mundo por su ego, me convertí en el hombre que quería proteger bajo capa y espada a una hermosa muñequita de ojos verdes, fui ese pequeño niño que necesitaba las caricias y besos de esa hermosa mujer para sentirse a salvo.
Key se convirtió en mi mundo entero, la elegía solo a ella para estar en mi vida y por más patético que fuese, era lo único que necesitaba para vivir, era como mi oxígeno y lo único sustancial en mi vida, todo lo demás perdía valor a su lado. Ella había convertido mi mundo gris en explosivos y aniñados tonos rosados, había pintado cada parte de mi vida de brillantes colores y lo único que deseaba en mi vida era tener su sonrisa a mi lado.
—Coronel, el general Bausili está en la línea.
Tomé el teléfono que me daba el soldado, mientras mi corazón latía frenéticamente al ver a lo lejos las llamas que incendiaban lo que alguna vez fue nuestra base, mi corazón dolía y no podía dejar de pensar en lo que se avecinaba, era como si un sexto sentido me informase que todo se iría a la mierda y que las pocas esperanzas de mantenerme al lado de mi pequeña se esfumasen catastróficamente.
Miré a Arniel, quien con una seña me indico poner el altavoz. Lo hice, sin siquiera pensarlo mucho, ambos perseguíamos un mismo objetivo y luchábamos por lo mismo, por lo que las cosas que el general nos informase nos competían a los dos.
—Coronel Harrison—murmuró.
—General, lo escuchó.
—Bien, no tenemos señales de la coronel; sin embargo, sus latidos fueron cortados abruptamente, lo que nos indica que el chip pudo haber sido extraído y destruido, no debemos perder la fe de que ella se encuentra en la base.
