Capítulo 60.

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Maratón:2/3

"El verdadero amor es como los espíritus: todos hablan de ellos, pero pocos los han visto

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"El verdadero amor es como los espíritus: todos hablan de ellos, pero pocos los han visto." ~François de La Rochefoucauld

Amor por dos.

A veces las cosas más inesperadas de la vida son las que mayor satisfacción nos provocan, el deseo de lo prohibido se convierte en lo único que logra saciar la voraz hambre del ser humano y el desborde de las tentaciones se filtra en el exceso del placer carnal.

Nisiquiera estaba segura de lo que había ocurrido, oficialmente podía ser llamada la más golfa de toda la IISMF, no conforme con haberme acostado con el único hombre prohibido por todas las leyes lo había hecho al mismo jodido tiempo con los hombres más candentes de todo el jodido ejército Alpha.

Quizás debía sentir culpa y recriminarme por la absurda estupidez que había cometido al comportarme como toda una zorra, pero no era asi, no podía recriminarme lo más mínimo por el placer sentido y disfrutado de una noche anterior.

Parecía que no teníamos suficiente, aun cuando mi cuerpo ya no daba para más y me había quedado completamente perdida en el mundo de los sueños, las manos traviesas de ambos hombres me despertaron para comenzar con una nueva ronda de placer, arrancándome gemidos sonoros que solo me hacían desear más de esa fruta prohibida.

¡Joder!

Esas dos "bestias" eran capaces de provocar tanto placer que hacían que mi cuerpo experimentase orgasmos con su simple cercanía. No me importaba lo prohibida o lo pecaminosa que podía llegar a ser la calentura que desbordábamos en la cama y que nisiquiera horas de placer, eran suficientes para controlar el deseo insatisfecho.

Sus cuerpos encajaban perfectamente con el mío y estaba segura de que no había tenido noche tan magníficamente placentera, los mimos después de la agitada noche habían sido tan excitantes que habían sido acompañados por otra candente sesión.

Cuando el sol se asomó por el horizonte, los tres terminamos completamente rendidos sobre las colchas revueltas y manchadas de placer. Arniel me abrazó por la espalda dejando nuestros cuerpos desnudos completamente unidos al otro y Conall recostó mi cabeza sobre su fuerte pecho rodeando con su brazo mi espalda.

Sentía que cada músculo de mi cuerpo me dolía, estaba segura de que nisiquiera los entrenamientos extremos del general Dagger eran tan cansados como había sido la noche anterior con esos dos jodidos sementales entre mis sábanas

Me quemaban mis muslos y glúteos, era una ardiente sensación, dolorosamente placentera. Mis caderas y mi cintura parecían haber realizado mil flexiones de golpe, me dolían tanto que el simple hecho de respirar causaba que de mi boca se escapasen gemidos y gruñidos. Mis extremidades superiores no eran la excepción, sentía adoloridos mis pechos, mis brazos; mi cuello ardía en señal de las marcas que seguramente me habían dejado y sentía mis muñecas adoloridas por la forma en que había sido sometida.

Sólo tú. Mi dulce tentación. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora