Capítulo 23

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"Cuanto más abiertos estemos a nuestros propios sentimientos, mejor podremos leer los de los demás

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"Cuanto más abiertos estemos a nuestros propios sentimientos, mejor podremos leer los de los demás. " ~Daniel Goleman

Tú y yo.

¿Han escuchado la vieja estrofa de un músico mexicano que dice "Si en la peda te ofendí en la cruda me sales debiendo"?

Justamente así era como me sentía en ese momento, mi cabeza era taladrada por el horrible dolor de cabeza que me invadía, sentía que todo mi cuerpo había sido golpeado por cientos de elefantes y como si para rematar estos hubiesen aplastado mi cráneo hasta cansarse.

¡Joder!

Nunca me había puesto tan ebrio, nisiquiera en nuestra fiesta de graduación donde no había quedado ser sobrio en el salón de fiestas. Mi cabeza era una lluvia de recuerdos sin sentido y que seguramente solo eran parte de mi imaginación de ebrio empedernido.

Abrí los ojos con dificultar tratando de ubicar mi reloj sobre la mesita de noche, sin embargo, no había rastro del negro despertador en su lugar habia un tierno Osito y en la barriga un reloj que seguramente tenía más de veinte años de antigüedad.

Me enderecé rápidamente al sentir que no me encontraba en mi cama, el dosel tenía hermosas cortinas de diferentes tonalidades rosadas, las sábanas eran blancas dándole un aire formal sin dejar de remarcar que en ese lugar vivía una mujer.

<< ¿Le fui infiel a Key? ¡Joder! ¿Te cogiste a alguien y terminaste en su casa o que putas paso?>>

Los recuerdos que eran una maraña en mi cabeza poco a poco comenzaron a acomodarse, me vi a mí mismo dejar a Archie en el bar después de la pelea que había tenido con un completo desconocido, me recordé llegando al edificio de Key exigiendo verla, ella bajando con sus hermosos ojos lagañosos, ella duchándome para bajarme la borrachera y recortando mi barba para eliminar los rastros del vomito. Su hermoso rostro frente a mi mientras curaba mis heridas y me colocaba el suero...Y yo...

¡Diciéndole que me gustaba!

—¡Puta madre!

Me puse de pie trastabillando, sintiendo como cada célula de mi piel quemaba y me ordenaba seguir en la cama, vi los pantalones y una camiseta negra sobre la silla. No había rastro de ella y estaba seguro de que seguramente había huido de mi ¿Qué otras cosas le habia dicho?

Me puse la ropa rápidamente tratando de ignorar el vértigo que me llegaba a la cabeza, apestaba a alcohol y seguramente mi aspecto no era como el perfecto Conall, más bien como un jodido vagabundo sacado de un loquero.

Caminé con dificultad tratando de encontrar la planta baja del hogar de Keyli, estaba seguro de que habia llegado con ella, mi cabeza y mi corazón siempre irían hacia ella aunque me encontrase prácticamente inconsciente.

Sólo tú. Mi dulce tentación. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora