Capítulo 11.

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Los subterráneos

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Los subterráneos.

"Es necesario esperar, aunque la esperanza haya de verse siempre frustrada, pues la esperanza misma constituye una dicha, y sus fracasos, por frecuentes que sean, son menos horribles que su extinción."~ Samuel Johnson

Perdí la cuenta de las victimas que habíamos encontrado durante nuestra búsqueda, habia heridos de gravedad, tanto niños como adultos. Solo habíamos encontrado a 5 sobrevivientes dentro de la mina, no habíamos encontrado a más personas y la cifra de desaparecidos aumentaba conforme avanzaba el tiempo.

El dolor en mi pecho era jodidamente inquietante, sabía que en cualquier momento podía haber réplicas del fuerte temblor que se habia registrado, la información que teníamos del centro de Nasit no era nada alentador, habia tantas víctimas como árboles en la selva, el hospital local habia colapsado y la carretera de la montaña impedía la conexión entre el lado norte y el sur, estábamos prácticamente abandonados a nuestra suerte.

Todo parecía una película de terror, los pocos soldados corrían de un lado a otro, tratando de ser útiles en el trabajo, el equipo de rescate llevaba por lo menos un par de horas dentro del lugar y aunque habia dado la orden de que regresaran para tomar un descanso y continuasen por la mañana, el jefe se habia negado y yo no tenía ni ganas ni fuerzas para comenzar una discusión.

—Coronel Kim—saludó uno de los soldados que fungía como mensajero entre la base y el campamento en las minas.

—Sargento ¿Cómo estan las cosas en la base?

—No hay pies ni cabeza, las enfermeras estan tratando de hacer lo posible y los soldados se han puesto un poco pesados con el grupo médico, sin una autoridad ellos son insufribles y...

—¿Cómo que sin una autoridad? ¿Dónde está el coronel Harrison? —interrogué con duda.

—Él...No lo saben, el coronel, desapareció desde que ustedes montaron este campamento

—¿Cómo que desapareció? —Pregunté asustada —Ordeno la inmediata búsqueda y localización del coronel Harrison, pudo haber sido secuestrado por los grupos delictivos que merodeaban la zona—dije presa del pánico.

—Con todo respeto, no tenemos equipo ni personal para buscar a una persona más—murmuró el sargento Oconell, líder del equipo de rescate.

—¡Coronel, Sargento! —uno de los hombres que habían descendido llego a nuestro lado corriendo.

—¿Qué ocurre?

—No encontramos nada, es como si la tierra se hubiese tragado a las personas. El co...el otro soldado revisara la segunda bóveda.

—Ve lo que le digo. No podemos perder el tiempo buscando un idiota mala cara—gruñó el sargento.

—Tú no cuestionas mis ordenes—gruñí—Por lo que veo solo dos hombres estan haciendo tu puto trabajo, asi que envía un grupo a encontrar al Coronel Harrison en este momento y...

Sólo tú. Mi dulce tentación. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora