Capítulo 8

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Al día siguiente desperté con la cabeza en el pecho de Jake y con nuestras piernas entrelazadas. Después de un buen rato observando lo hermoso que se veía dormido, me aparté lo más cuidadosamente posible. Me coloqué la camiseta que me dejó ayer y que no llegué a ponerme, y salí a la terraza.

Me senté en el sofá y contemplé las vistas de la ciudad. Siempre me había parecido bonita, pero desde la altura, desde allí parecía otra cosa. Más imponente.

En la noche Jake me había dicho que se estaba enamorando y yo estaba haciendo lo mismo. Pero era inevitable que debíamos tener una conversación acerca de lo que haríamos cuando yo tuviera que irme o él tuviera que irse. Porque por lo que escuché, estaba abierto el mercado de fichajes y la mayoría de los equipos estaban interesados en él. Podría irse a cualquier sitio y yo no iría con él.

Me quedé sumida en mis pensamientos durante un buen rato. Me quedé así durante no sé cuánto tiempo.

De repente noté sus pisadas a mi lado, y como me movía para delante para colocarse detrás de mí. Mi espalda contra su pecho y su espalda contra la parte del asiento. Me abrazó fuertemente por la cintura y nos quedamos en silencio.

No era incómodo ni pesado. Cada uno pensaba en sus cosas. Hasta que finalmente fue él quien habló:

—Lo superaremos.

— ¿Tú crees?

—Trabajaremos en ello.

—No sé, Jake. Yo ya me voy fuera y tú no sabes dónde vas a estar... no puedo ir cogiendo vuelos así como así y tú tampoco.

—Lo haremos funcionar.

—Me da miedo. —Susurré.

Me giró un poco la cabeza y me dio un beso en la frente. "Lo haríamos funcionar". Eso era lo que él me decía. Se volvería mi mantra. Con la esperanza de que cuanto más lo repitiera más rápido me lo creería.

— ¿Si no te hubieses dedicado al fútbol a qué te dedicarías?

—Pues... no lo sé la verdad. Hay muchas cosas que me gustan pero siempre quise hacer esto.

— ¿Qué más te gusta hacer?

—A veces toco el piano.

Me giré hacia él con los ojos abiertos.

—Me tienes que tocar algo.

—Algún día, todavía estoy aprendiendo.

Asentí con la cabeza pensando que tendríamos tiempo. Que llegaría un momento en el que me tocaría una pieza. Lástima que el tiempo que tuvimos no fue el suficiente.

— ¿Y qué te hizo querer estudiar Literatura?

— ¿Cómo lo sabes si no te lo he contado?

—Callie.

—Pues... me gusta mucho leer, y me gusta escribir mis propias historias.

— ¿Escribes?

Asentí con la cabeza.

—Algún día tendrás que enseñarme algo.

—Tengo algunos seguidores.

Me miró con los ojos abiertos.

—No son muchos... pero estoy creando una comunidad y eso es lo mejor.

—Mientras haya alguien que te lea y le guste...

—No importa nada más.

— ¿Cuándo me enseñarás?

—No lo sé. Nadie que conozco ha leído nada de lo que he escrito, es como muy íntimo.

Entre nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora