Me encontraba viendo el partido. Era muy importante que el equipo de Jake ganara, si no lo hacían quedarían descalificados. Ya había visto la primera parte y estaban empatados. Tenía sueño pero quería estar despierta para cuando llegara a casa porque no pintaba bien, o al menos eso decían los reporteros.
Los bebés no dejaban de moverse, como si sintieran que tenían que disfrutar del poco tiempo que les quedaba ahí dentro. Porque en un par de semanas quisieran o no estarían aquí. Nos habíamos hecho ecografías de todo tipo, 3D, 5D y no sé qué más. Y adornaban no solamente sus álbumes sino algún que otro marco por la casa. Nunca pensé que llegaría a tener una familia propia, siempre había estado mi hermana y a pesar de querer mucho a Andy y a mi sobrino, solía verme como un añadido, cómo si eso fuera lo único a lo que podía aspirar. Pero nada de eso había pasado, y el sueño de tener mi propia familia se cumpliría en cuestión de días. Y ni siquiera sería pequeña, porque de dos pasábamos a cuatro.
El partido seguía y me ponía nerviosa cada vez que veía la posibilidad de que metieran gol, pero no lo hacían. Se podía ver la frustración de Jake y de sus compañeros. Decían que el equipo contrario era el que tenía ventaja y el hecho de que no pudieran pasarle la pelota era estresante. Se notaba a los jugadores frustrados por la forma en la que hablaban, o gritaban. Eran bastante agresivos.
El equipo rival metió un gol, llevándoles la ventaja. El entrenador tiró su gorra al suelo y la pisó por la frustración. Todavía quedaban algunos minutos pero se daba bastante por hecho que el equipo de mi marido sería eliminado. Jake estaba colorado y con el ceño fruncido. El sudor pegaba su pelo en la frente y se veía muy sexy a pesar de parecer un bárbaro con la barba esa que no me gustaba nada. Amber, no pienses en eso porque estás de celibato hasta tener a los bebés y hasta que pases la cuarentena.
El partido terminó y efectivamente, el equipo terminó descalificado. Ahora tocaba hablar con la prensa y hasta una o dos horas Jake no llegaría a casa. A pesar de bostezar decidí mantenerme fuerte y me fui al dormitorio seguida de Finn. Me coloqué el pijama y me tumbé en la cama a esperar. Cogí el libro que llevaba días leyendo para entretenerme durante la espera.
Pasaron las horas correspondientes y escuché los pasos de Jake. Dejé el libro en la mesita.
— ¿Qué haces despierta? —Pregunta mientras se quita la ropa para cambiarse.
—He visto el partido.
— ¿Entero?
—Entero. Y no me he dormido.
Suelta una risotada pero es triste.
— ¿Quieres hablar?
Niega con la cabeza.
Aparto las mantas de su lado de la cama y le doy unos toquecitos con la mano para que venga. Me tumbo, y Jake me abraza. Como puedo apago la luz y le acaricio el pelo.
—Mira el lado positivo, no estarás fuera para cuando nazcan.
Abre los ojos.
—Ni pareceré un vagabundo.
—Eso también.
Cierra los ojos de nuevo y sus piernas se entrelazan con las mías.
—Estoy muy orgullosa de ti. Es un trabajo en equipo y tú no puedes cargar con todo el peso.
Me besa en el pecho y entiendo su indirecta.
Lo aparto un poco y me quito la camiseta dejando libre mis pechos para que haga con ellos lo que quiera. En unas semanas tendrá que aprender a compartir así que no voy a ponerme tiquismiquis.
Me he duchado y ahora me estoy echando la crema por el cuerpo. Jake está lavándose los dientes. No me gustan las marcas que adornan mi vientre. No me gustan las estrías. Se han aclarado un poco pero es algo que las tendré para siempre. Suspiro.
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Entre nosotros
RomanceAmber siempre ha tenido muy claro lo que quiere hacer: escribir. Pero cómo es tan dificil cuando acabe la carrera será profesora. Jake es un futbolista profesional que acaba de empezar. Una noche ambos se encuentran y comienzan una relación, pero la...