Ya volvimos a casa y Jake ha vuelto a los entrenamientos con el equipo. Con esto de volver a la rutina, yo he tenido que volver a la escritura y mentiría si dijera que no lo he echado de menos. Terminé de publicar la segunda parte y ahora estoy empezando a publicar la tercera, que terminé poco antes del nacimiento de los mellizos. Así que ahora me encuentro editando aquella que la editorial me quiere publicar, escribiendo una que he comenzado para tenerla lista para cuando comience a publicarla y de vez en cuando escribo aquella que es para mí.
El hecho de que Jake no esté tanto por casa y que yo haya vuelto a mis responsabilidades, ha hecho que contratemos una niñera, que Kevin ha comprobado que sea fiable, porque en este mundo nunca se sabe. Irina, que así se llama, solo está en casa cuatro horas al día de lunes a viernes y cuida de los bebés mientras yo escribo en el despacho. Solo cuatro horas porque es lo máximo que aguanto sin estar con ellos. Además como ya están más despiertos, puede jugar con ellos y entretenerlos. Se quedan en casa, porque hasta que no cumplan el año no queremos llevarlos a una guardería, y además, ¿para qué voy a mentir? Así puedo escaparme a verlos cuando quiera, estar disponible si les pasa algo, y quizás, no confirmaré nada, es posible que el monitor que me permite verlos, lo tenga conmigo mientras escribo. ¿Mamá osa? Puede ser pero no me importa.
Así que eso es lo que estoy haciendo ahora mismo. Me encuentro editando algunos capítulos mientras la niñera está con los bebés. En un rato se irá y me iré con ellos. Sé que podría pedirle a Debbie que se quede con ellos mientras acabo pero no quiero abusar de su trabajo, bastante hace ya encargándose de la casa, guiando a los demás asistentes a mantenerla (porque Jake es un exagerado y nuestra vivienda es enorme) y preparándonos, aunque no siempre, el almuerzo. Sinceramente, no sé qué haría sin ella, o más bien haríamos, porque ni los mellizos ni Jake pueden vivir sin ella. Para los peques es como si tuvieran otra abuela, y no me importa en absoluto.
En un momento cojo el móvil para ver algunas de las notificaciones que me llegan a las redes sociales. Entre que antes era bastante descuidada, ahora que soy madre, menos tiempo tengo. Pero si algo tengo claro, es que tengo que cuidar a mi audiencia, al fin y al cabo, gracias a ellos es que estoy donde me encuentro ahora. Mucha gente ha dicho que la venta de mis libros se debe a los seguidores de Jake. Y es cierto que el hecho de que nuestra relación se hiciera pública ha hecho que el número de seguidores haya aumentado considerablemente. Pero, una cosa es que te sigan y otra cosa es que te compren. Por lo cual, aunque en un principio fuera por él, si se han mantenido, si me han comprado aunque sea un libro, se debe a mi trabajo. Son mis escritos lo que han hecho que ellos se mantengan y es algo que mi querido agente, Kevin, me ha recalcado. Y no solo él, Jake y todos los demás. Al principio me costó un poco, pero después de pensarlo, es cierto.
Como iba diciendo, me meto en mi cuenta y veo que Sab ha compartido una foto del viaje en el que salimos los siete, aunque las caras de los bebés están contra nuestros pechos y no se ven. Me gusta mucho, así que la comparto también en mi perfil. Automáticamente los seguidores comienzan a interactuar y decido contestar a algunos de los comentarios así como algún que otro mensaje privado que me ha llegado. Pero entonces me percato de un perfil anónimo que me ha mandado más de un mensaje desde hace bastantes meses. Más o menos me ha escrito cada vez que he subido algo, no pasaría nada si fueran comentarios agradables, pero no lo son.
Comienzo a leerlos, y no solo critica mis libros sino que me critica a mí, a mi relación y lo que más me molesta, a mis hijos. Puede que haya compartido demasiado de mi relación con Jake como para que opine, aunque sé que apenas hemos hablado de nuestra vida privada, pero que insulte de esa forma y amenace de esa manera a los mellizos no me gusta nada. Sobre todo porque a ellos no los hemos expuesto. No se sabe cómo son, no saben sus gustos, no saben ni siquiera el color de sus ojos. Es algo nuestro, privado, y esta persona estúpida los está insultando.
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Entre nosotros
RomanceAmber siempre ha tenido muy claro lo que quiere hacer: escribir. Pero cómo es tan dificil cuando acabe la carrera será profesora. Jake es un futbolista profesional que acaba de empezar. Una noche ambos se encuentran y comienzan una relación, pero la...