Capítulo 45

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Me desperté de la cama aún en estado de shock. Y es que no solo teníamos las cajas de la mudanza (que se haría mientras nosotros estábamos en la casa rural), ni los regalos que ya habíamos envuelto, sino que nos habían inundado de regalos por el nacimiento de los mellizos. Flores, dulces, ropa, carros... marcas que querían desearnos buenos deseos. O que hiciéramos cualquier cosa para mencionarlos. Y una parte de mí quería devolverles el favor, pero no teníamos tiempo.

Mientras Jake seguía durmiendo en la cama, yo me duché, peiné, vestí y maquillé. Para cuando ya había terminado de desayunar, él comenzaba a ducharse. Pero bueno, aunque yo era bastante estricta con la puntualidad, cierto era que no íbamos mal de tiempo ni mucho menos. Y que en el tiempo que tardaba en prepararse, yo supervisaba las cajas con las pertenencias que no queríamos que nadie empacara. La ropa, muebles y libros, no nos importaba que Debbie lo hiciera, pero aquellas que eran más valiosas, ya fuera por lo que habían costado como por el valor sentimental, preferíamos hacerlo nosotros. Guardé lo que quedaba porque mañana apenas tendría tiempo.

Pero hoy era el día importante. Hoy sabríamos el sexo de los bebés. A ver, no era importante en el sentido de que nos daba igual lo que fueran, además de que podría darse el caso de que su identidad de género no se correspondiera con su sexo... pero era importante porque ya podríamos ir pensando en nombres. Y eso lo volvía como más real. Y más cerca de tenerlos ya con nosotros.

Y si sabíamos ya el sexo, dentro de nada podríamos empezar a sentirlos.

Mientras guardaba en una bolsa los regalos que teníamos que llevarnos para la casa donde pasaríamos las vacaciones, Jake entró.

—Ya estoy listo.

—Termino de guardar esto y vamos.

Guardé todo en la bolsa. Y eran bastantes cosas, y eso que tampoco éramos tantos.

Nos montamos en el coche y fuimos a nuestra cita médica.

Después de esperar durante varios minutos en los que Jake me puso nerviosa solo por estar moviendo la pierna sin parar, entramos dentro.

La doctora nos esperaba sonrientes.

—La otra vez retrasasteis la cita y esta vez la adelantáis.

—Es que nos vamos de vacaciones y es mejor saber que todo está bien. —Respondió Jake.

—Vamos a comprobarlo.

Me levanto el jersey y la camiseta de debajo. Me echa el gel y ahí están.

—Han crecido.

—Eso espero, porque después de todos los antojos que traen. —Comenta Jake.

Lo miro mal.

—Tampoco son tantos...

La doctora se ríe.

Comienza a comprobar que todo está bien, escuchamos sus corazones, porque es lo que nos calma. Y vemos como se mueven.

—Creo que dentro de nada, comenzarás a notarlos pero hay que ser pacientes.

Miro a Jake.

— ¿Qué?

—Hay que ser pacientes.

—Soy paciente.

—Sí, ya. Te veo haciendo toquecitos en la barriga para ver si se mueven.

Se gira a la doctora ignorándome.

— ¿Serviría?

Ella se ríe pero creo que en el fondo se apiada de mí.

Entre nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora