Capítulo 61

137 13 0
                                    

Semana 37. En dos días me provocarán el parto si no rompo aguas antes. Llevaba con contracciones desde la semana anterior, pero ya había ido al hospital y me habían dicho que no eran nada. Bueno, nada de importantes, pero dolorosas.

Me encontraba comprobando por milésima vez que todo estuviera listo. Había revisado mi maleta y la de los mellizos. Tenía que comprobar que tenía el doble de todo. Cuando terminé de comprobarlo me fui al salón, me puse una película y me senté en una pelota gigante con el propósito de ¿dilatarme? ¿provocar el parto? Quiero intentar romper aguas antes de que me lo provocasen, porque he leído que puede ser más largo.

Así que aquí me encuentro, moviéndome y dando saltitos encima de la pelota mientras respondo a los mensajes de mi hermana histérica por si ya estoy de parto. El padre de Jake me ha escrito diciendo que ha cambiado de opinión y que vendrá antes de las dos semanas que había dicho que iba a esperar, pero que aún no sabía cuándo. No me extrañaría nada que en el momento en el que le avisáramos de que los mellizos ya estuvieran aquí, cogiera un avión y viniera corriendo.

Mientras me movía de un lado a otro, escuché una risa y me giré. Ahí estaba mi querido marido grabándome mientras se reía de mí.

Lo miro mal.

—No tiene gracia.

—Un poquito.

Termina de grabar y guarda el móvil.

— ¿Ya te vas?

Asiente.

—Se supone que para las seis estaré aquí. Avísame con cualquier novedad, estaré pendiente del móvil.

—Que sí.

Se agacha y le habla a mi barriga:

—Y vosotros no hagáis nada hasta que vuelva.

Le da un beso y me da otro a mí. Me da una contracción y cierro los ojos.

— ¿Seguro que todo bien?

—Sí, me dijeron que estas eran normales. Además hasta que no rompa aguas no tengo por qué ir.

Me mira poco convencido.

—Estoy a una hora de aquí. Avísame con cualquier cosa, tendré el móvil con sonido y vibración...

—Que sí.

Le doy un beso para que se calle y me lo devuelve.

—Nos vemos. Te amo.

Sonrío como una estúpida.

—Te amo.

Sigo haciendo los mismos movimientos pero no hay ninguna novedad. Las horas van pasando y todo sigue igual. Creo que las contracciones se van haciendo cada vez un poco más dolorosas pero nada que no pueda soportar.

Debbie me trae un plato de espaguetis.

— ¿Cómo estás?

—Bien, me duele de vez en cuando pero no son muy seguidas.

Asiente.

—Es normal. Voy a terminar de recoger la cocina. Me quedaré hasta que llegue Jake.

—Debbie, no hace falta, de verdad.

—Amber, me quedo más tranquila quedándome aquí.

—De acuerdo...

La mujer se levanta y se va. Y yo sigo comiendo mi plato cuándo una contracción aparece, cierro los ojos y respiro. Al final sí que iba a tener la razón la doctora al decirme que los embarazos múltiples solían adelantarse. Cuando termina, vuelvo a comer y entonces noto como unas gotas comienzan a descender. No puede ser que me haya meado encima, pero tampoco me sorprendería. Voy al baño casi cada quince minutos. Puede ser.

Entre nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora