Capítulo 70

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Hoy vuelve Jake después de cinco largos días. Me avisó de que estaba en el aeropuerto para acá pero a los pocos minutos me llama.

— ¿Qué pasa?

—Amber, ¿tienes que salir esta tarde?

—No. En principio no.

—Vale. Es que nos han dicho que hay mucha gente esperándonos en el aeropuerto a nuestra llegada y le voy a decir a los de seguridad que vengan a por mí, porque con Charles fue muy complicado.

—De acuerdo.

—Sabes que de casa al aeropuerto son como unos tres cuartos de hora, estarás como una hora y media sin ellos.

—No va a pasar nada. No voy a salir. Además, si saliera, la seguridad de nuestro vecindario está ahí, y hay seguridad en casa.

—Sí, pero quiero que lo sepas. Que no te estarán siguiendo.

—No va a pasar nada porque no voy a salir.

—Bueno, da igual. ¿Sigues con la ubicación puesta en el móvil, no?

—Que sí, siempre la tengo puesta. Aunque esté en casa.

—Bien.

Pongo los ojos en blanco. A veces es un exagerado.

—Te dejo, que ya subimos al avión. En unas horas nos vemos.

Nos despedimos y colgamos. Puede llegar a ser un exagerado.

La mañana transcurre la tranquilidad que de costumbre. Es decir, poca. Max se encuentra mejor pero no me atrevo a sacarlo de casa, por lo que desde que se puso malito, no hemos salido. A pesar de que juega tranquilo, su hermana es la que no para de exigir que le haga caso, así que apenas puedo escribir, pero tampoco es que me importe demasiado. Está algo inquieta, porque creo que está cansada de estar encerrada, si estuviera su padre, uno de los dos saldría con ella a dar un paseo... pero solo estoy aquí yo (bueno, Debbie también pero ella está con sus tareas).

Los guardaespaldas me avisan de que van ya hacia el aeropuerto, ya que se estila que Jake llegará dentro de una hora más o menos. Les digo que de acuerdo y me despido.

Compruebo la temperatura de Max y no tiene fiebre aunque se pega a mi pecho intentando dormir. Se nota que está malito, porque aunque siempre se aprieta contra mí, no está buscando los juguetes, simplemente quiere dormir.

Elle por el contrario está sentada jugando con unas piezas suaves de madera. Parece que más o menos las amontona para tirarlas. Cuando lo hace comienza aplaudir.

— ¡Muy bien! —La felicito y le beso la cabecita.

Después de un rato, comienzo a oler el regalito que me ha hecho mi hijo. Por tanto cojo a Elle, y la meto en el parque, cosa que no le hace ni pizca de gracia. Pero le pongo uno de sus juguetes y se le olvida el enfado.

Llevo a Max a su cuarto y me dispongo a cambiarle el pañal. Y entonces veo que quedan muy pocos. Para ser exactos cuatro, sin contar con el que voy a usar ahora. ¿Cómo no he podido comprar más pañales? Entonces caigo que justo el día en el que iba a comprarlos, Max se puso con fiebre y tuve que cambiar los planes. Tenía los suficientes para no notar que faltaban y pensando que saldría antes de que esto sucediera, no fui. Suspiro, al final sí que tendré que salir.

Podría avisar a Jake para que se parara en el camino... pero sé que estará cansado ya que fue terminar el partido, celebrarlo con los compañeros y venir para acá.

Visto a mi bebé que sigue dormido y no se ha dado cuenta de nada. Tanto él como su hermana son iguales, se nota que han salido al padre. Aunque quizás un poco a mi también.

Entre nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora